Estudio de la fauna de la Edad del Bronce de la Illeta dels Banyets de la Reina (Campello, Alicante). Primeros resultados
Miguel Benito Iborra
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ARCRJVO DB PREAlS'IORlA LEVAN'TINA
Vol. XXI (Valeocia, 1994)
Miguel B.ENITP !BoRRA*
ESTUDIO DE lA FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLETA
DELS BANYE1S DE LA REINA (CAMPELLO, ALICANTE).
PRIMEROS RESULTADOS
INTRODUCCIÓN Y PROBLEMÁTICA
Hasta 1972, afio en que se publica el estudio exhaustivo de los restos faunlsticos del Cabezo
Redondo de Villena (Alicante), llevado a cabo por los zooarqueólogos de la Universidad de Munich
(1), no comienzan a aflorar Jos primeros datos acerca de la fauna existente en un importantlsimo
periodo de la Prehistoria alicantina anclado en el segundo milenio antes de nuestra Era. En 1989
tuvimos la oportunidad de entrar en contacto con el mundo del Bronce desde una perspectiva arqueozoológica al estudiar un reducido conjunto óseo procedente del poblado del Pie dels Corbs
de Sagunt (2). Los sugerentes resultados de aquel estudio, aunque preliminares, nos reportaron además la necesidad del planteamiento de múltiples incógnitas en un campo de investigación que aparecia fecundo y harto olvidado por la Arqueozoologia actual. Los datos conocidos sobre las etapas
paleoUticas. epipaleolfticas y neoUticás en los últimos aftos por Pérez Ripoll (3), Davidson (4), BOessneck y v~ d. Driesch (5), de evidente interés para el desgranamiento de las sociedades cazadoras,
recolectoras y ganaderas-agricultoras incipieRtes, abrió un amplio debate etnoarqueológico sobre
los diferentes grupos humaJ)os instaJados en el levante valenciano que todavia pe.rmanece vivo.
U polémipa tocante a quiénes evolucionan y quiénes no renuncian a sus tradiciones o sólo son.
• Museo Arqueológíco Provincial d,e Alicante.
(1) A . V. o. 0~: Studlen Ober frUhe Tierknochen/ flde von der lberlschen Halbinsel, 3. Munchen, 1972.
U
{2) M. BENITO: Estudio de uo pequc!lo co.njunto óseo del poblado del Pie dcls Corbs (Sagunto). En A. BAR.R.ACHINA:
Breve avance sobre el estudio del poblado del Pie dc1s Coibs. Homenatge A. Chabret. 1888·1988, Valencia, 1989, pp. 41-42.
(3) M.J'tB.EZ RlPou..: Los mamlferos del yacimiento musterlense de Co.va Negra (Játiva. Valencia). 'Dabajos Varios
del S.l.P., 53, Valencia, 1977. ID.: La fauna de \'ertebmdós. En Co.va de l'Or. Ji)/. Il Thlbajos Varios del S.I.e, 65, Valencia, 1980, pp. 193·256. ID.: Marcas de cam~rta. ~inlenciofU1dlls y mordeduras de camfvoros en hues()S prehistóricos del Mediterránl!() .BspaAol. Instituto ae Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1992.
(4) l. OAVlDSON: lAte pa/eo/ithic economy In Eastem S[J(lin. 1esis Doctoral, Selwyn Collcge Cambridge, 1980.
(Sj J. BoESSNI!C1 y A. v. o. ORJ&CK: Studien über frtlhe Tll!rknochenfuntk von der lbemchen Halbtnsel. 7. Muncbcn, 1980.
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acuJturizados en parte_ queda servida en ese súbito cambio Meso-Neolítico, que tal vez sea mejor
esclarecida con la revisión de los horizontes epipaleoliticos geométricos, poseedores de algunos problemas de intrusionismo de materiáles en los que los aspectos faunisticos tienen m·ucho que decir.
Esta aparente dualidad cultural, obviando la más que probable colonización oriental hacia el 7.000
BP, insinúa la basta ahora enigmática pervivencia de las economías cazadoras-recolectoras en épocas de aparente pureza PrOductora, con los consiguientes problemas de índole cronológica que ello
acarrea, lo que llevarla a una nueva concepción-visión multicultural coetánea de tales sociedades
que flexibilizarfa las barreras cronológicas y desuniformizada los ribetes culturales aferrados aetapas antes bien independizadas y sucesivas.
la reciente aportación a la mvestigación arqueológica de ~rez RipoU (6), constituye una ·punto
de partida básico para el replanteamiento de diversas cuestiones en torno a esta polémica, a la
vez que se considerarian las variables unidas a las formas de actuación humana sobre el material
óseo como esenciales para el reconocimiento cultural de las sociedades prehistóricas. En 1988, con
la publicación del estudio de Puente Flores (Requena, Valencia) (7), Martínez Valle nos d~cubrfil
un tipo de fauna para el Neo-Eneolitico -entre el Neolítico Final 1 (8) y el Hcr (9)- de ur;t á,rea
del interior montafloso levantino notablemente diferente a la de etapas anteriores, o sencillamente
distinta en la proporción de équidos de yaéim.ientos contemporáneos como la Ereta del Pedregal
(10), más hacia el Norte, andaluces -Cerro éle la Virgen I (11), Papa Uvas (12), Castillejos de Mon·tefrio (13), 'Thrrera Ventu.ra m (14) y Cerro de las Cabezas (15)- y portugueses - Zambujal (16)-,
pero enormemente coincidente con la etapa que ahora nos ocupa. El cambio más trascendente ve·
oia marcado por la baja utilización de los ovicaprinos frente a etapas neolíticas. Pues bien, esta
estructura de explotación del ganado es similar en los momentos del Bronce de la meta_, es más,
parece asomar en los estudios que se nevan a término actualmente en el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Alicante, extraídos de diferentes excavaciones supervisadas por el Dr. Hernández Pérez. EVidentemente, con este cambio en los hábitos económicos y etnoculturales que en
apariencia se produce en Fuente Flores y perdura en el Bronce, se constatan una serie de comunidades altamente dependientes de la depredación y la producción selectiva de carne de caballo, pensa-
(6) M. PéltJJZ
Rn>ou.; Op. cít. nota 3.
(7) J. JuAN.CABANn.LES y k. MAlttlNEZ VAU.E: Fué'nte Flores (Requena, Valencia). Nuevos datos sobre el poblamien·
to y la economla del Neo-Eneollti~;Q ntencia®, Anirtv<> de frehistcria levantina, XVIU, Valencia, 1988, pp. 181·213.
(8) J. BBR~~seu: la evoJucism del Neol11ico en el Pafs Valenciano. Aportaciones al estudio de las culturas neolíticas
en el extremo occidental del Mediterráneo. Revislll de/Instituto de Estudios Alicantinos, 34, Alicante, 1982, Jlp. 85,137.
(9) ). BBRNABllU: los elementos ae ado.rno en el Ene
V(l]enc1a.Saguntum, 14, Valencia, 1979, pp. 109-1~6.
(10) M. Pmmz RtPOU., intdito.
Op. cit. nota l.
(12) A. MOJWJiS: Restos óseos del yacimiento de Papa Uvas. Apéndice I1. EXCJJvaclones Arqueológicas en Espafill,
149, Madrid, 1986, pp. 347-350.
(1 3) H. P. Ul!llPMANN: Informe sobre los restcíS 6seos faunlsticos del corte l del poblado de los Castillejos en las Pellas
de los Gitanos. Montefrlo, Granada. En A. ARIUIIAS y A. MOUNA: Cuadernos de Prehistorill de lo Universidad de GrtUIIl·
d4, Serie Monográfica. 3, Granada, 1978.
,
(14) A. v. o. DRIESCH y A. MotW.ES: Los restos animales del yacimiento de 1Crrera Ventura. Tabernas, Almeda. Cua·
demos de Prdristorill y Argueologúz de lo Univelsidad Autónoma de Madrid, 4, Madrid, 1976, pp. IS-34.
(IS) F. R. HAlN: Studien flber frahe Tferkn()f;/lenfon_de von der lberlsc~ lfalbin.sel. 8. Munclien, 1982.
(16) J. BoJ?.SSNecx y A. v. o. I>RrescH: CastrP do Zambttial die !auna. Studim Ober /rOM Tlerknqchenfunde..~ 5.
Munchen, 1976.
(IJ) DRlESCii:
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mos que con grandes posibilidades de estar ya plenamente domesticado, por más que Ja especie
precisa un control o manipulación directa pQr parte del hombre con este fm, inclusive más acentua-
do que con el resto de animales domésticos, a través del cercamiento o acotamiento de un área
determinada El hecho de que ello sea diferente de poblados contemporáneos a Fuente Flores podrfa ser debido más a una cuestión de variabilidad intercomunal coetánea que generalizase posteriormente en el resto de hábitats del Bronce levantino. Si este foco evolucionó hasta implantarse
o adoptarse por los otros tipos de explotación socioeconómica del medio ecológico, independientemente de su contexto geográfico - Fuente Flores se ubica en una zona baja bien anegada similar
a la Ereta aunque distinta en la forma paleoetnológica de tratamiento animal-, es un tema que
debe hacernos reflexionar sobre la imposi~ión de modelos focales convenientemente acepUldos PQr
el resto de comunidades en función de su elevada rentabilidad en un momento determinado ante
circunstancias cambiantes. eventuales o necesarias. Algunos investigadores, al apegarse a la interpretación de una definitiva genenUitación ~e la agricultura a tenor de la enorme dependencia de
la caza con fines protectores o preventivos (17), alientan la concepción de unos grupos humanos
obsesivamente mentalizados en una actitud vigilante, elclusivamente preocupados por hacer gua,rdia a la puerta de los sembrados, cuando es més fácil pensar que no son los ciervos o los uros
Jos que más hacen peHgrar las cosechas, sino una desmedida proliferación de roedores y lagomorfos
en la época de los primeros brotes y tallos tiernos de los cereales, un tipo de fauna escasa en estos
yacimientos, de modo idéntico a lo que podemos manifestar sobre el jaball, con nueve restos identificados en Fuente Flores y ninguno hasta ahora en la Dieta. Pon_derando en consecuencia la abun·
dancia de alimento en el medio forestal frecuentado por las especies salvajes o el desarrollo de m mlneas silvestres en las tierras más llanas y abiertas, no tiene mucho sentido la idea de una masiva
invasión de los cultivos por parte de los ciervos o de animales tan datlinos para la agricultura como
el jabali. Únicamente ante situaciones de gran presión ambiental causada por una fuerte carestía
de pastos producida por unas extremadas condiciones de sequla prolongada o interminables heladas, induciría a los animales salvajes a real.izar una iQYa$ión incontrolada del medio humano, raramente frecuentado bajo condiciones de normalidad ecológica. Otro tanto podriamos aducir de la
pobre aparición de utillaje agrícola en estos yacimientos, exceptuando algún que otro diente de
hoz y sintomáticos elementos de molienda, pese a que no descartamos el uso del arado simple de
reja vertical y sin pie propuesto por B. Marti Oliver (18) unido a los bueyes de tiro y recogido por
J. Juan Cabanilles para explicar un intenso trabajo agrícola en Fuente Flores (19) que no prueba
el examen antracológico (20), donde se descubre una vegetación boscosa tipica del piso mesomedite·
rráneo superior - carraseás, pinos negros, quejigos, arces, etc.-; tal vez un análisis palinológico
ofrezca unos datos más favorables sobre frutales o cereales. De todas formas, no negamos la importancia agrJcola, pero si dudamos de su magnitud. No obstan~ esperemos que dentro de unos años
la evidenda arqueológica Sea más amplia para permitimos afinar mlts en una controversia con im·
precisos perfiles ahora.
El poblado de la Illeta no indica una nítida preponderancia de las actividades agrícolas desde
el punto de vista de la fauna; el estUdio del registro de los materiales efectuado por J. L. Si(17) H. P. UI!RJ'MANN: L'élevage néolitbique en M6diterrante Occidentalt. CoOoque lntematlonal de rinstitut de Recherches Méditerron«nnes, Parls, 1976, pp. 87·94.
(18) B. MAKrl: El fiiiCimiento de la agrlcullura en el 1lús Valenciana Del Neo/ftlco a la Edad del Bronce. Unive.rlidad
de Valencia. 1983.
(19) JuAN.CABANlU.ES y MARrtNEz VALLB: Op. q_it. nota 7.
(20) B. GRAO Al.MERO, en JOAN-CABANILLES y MARrJNEz V ALU!: Op. cit. nota 7.
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món (2'1), tanto de los diSpersos como de los hallados en las distintas campafi~ de é~cavaci6n de
los horizontes de la Edad del B:ron~ .atestiguan este hecho.
De otro lado, el panorama reconocído t~ el ~tudio fawrlstico de Cabezo Redondo, integrado
en un área m~ mesete~a. es bastante contrario. .Allí, los animales adquiridos por me4io de la caza
no llegan al lO% del total de especies, mientras ovicaprinos -7 5%-, bueyes -7 o 8%- y cerdos
domé&ticos -4 o 5%- son los más abundantes. El caballo, éOt\ '\ln 2% de los restos, no es ni
mucho menos l.a e~pecie reina como en la Illeta, ni el porcentaje de conejos -7%- el allí atdbyido
-no llega al 2%-; lo mismo cabria afirmar de ,la intensidad de la caza en la meta -20%- o
de la baja cria de ovejas y cabras en este conte~to. La ®t>ertdencja de ambOs poolados del. medio
natural es la prueba para demostrar un entorno lo suficientemente forestal para ptoseg(lir con su
'beneficio, .siendo como vemos dos comunidades.co.ti diferenteS inclinaciones.en la elección de espe~
ci~ ~ por tantot culturalmente discrepantes e integradas en dos medios radiCálmente distintos. En
el Cabezo, la caza de aves de humedal-flamencos, ánsares, etc.- contras~ CQn su ausencia en
la zona litoral que domina la llleta, do.Ad~ la: orientación terrestre se muestra obstinadamente superior a la marítima, al oontrarlo de lo que cabria pensar.
El presente avance p_a.rte del estudio del material del fondo del Museo Arqueológico ProvincjaJ
de Alicante, a cuyo director, el Dr. E. A. Llobtegat Coñesá debemos la gratitud de su ofrecimiento
y eJ intetéS e inquietud demostrados en la realización de este estudio de Arqu~ozoología. lAs datos
por él comuni~
estudio de los materíales de los propios fondos del museo por obra de J. L. Simón, recientemente
publicados (23l, nos han servido ae referencia constante para definir eontextos cronoestraHgráficós
Y' completar el registro arqueológico de cara a ~a .reoonstrucc16n de aquella comunidad prehistórica.
A J. L. Simón le debemos aqemás et reconooimiento por la ayuda prestada en el signado de los
restos óseos y·.su espectación ante los resultados agui vertid~.
METODOLOGÍA
l.as coordenadas metodológicas que han servido de gula en la confección del presente estudio
quedan reseñadas a continuación. Se desestima el Cálculo de la biomasa, relegado a:r estudio global,
y los faetóres de altura en la cruz de los animales domésticos, imposibles de apli~r al no eXistir
huesos enteros eo la muestra susceptibles de la operación.
Edad: en el caso del caballo nos h~mos servido de E. Schníid, 04) si atendemos al estado de
na~imiento y desgaste de la dentición; s'i lo hacemos al estado de fll!)ión. ~pífisial nos
basamos en COmwall (25), Habermehl (26) y Wolf-Heidegger (27), ·todos ellos recogidos
asímismo :por Schmid en la obra citada.
(21) J. L. SIMóN GARC!.A: Colecciones de la Edad el Bronce ea el Museo ,á.rqueol~ Províncjal de Alicante. ~
de llJ67 a 1985 e IDeta dels Banycts de EJ Campelln Ayudits a la JnvestigaciÓn, vol. ll, Alicante. 1988.
(22) B. 'A. l.WBREOAT: Ille'ta deis BanyétS. Ai'queo/ogfa en .Ailcante, 1976'1986, Alicante. L986, pp. 63·67.
(23) SIM9N GARCJA: Op. cit. nota 21.
(24) B. Sc6MID: Atlas of Animal Bones. Amsterdam·I.ondon·New York, J9n.
(~)J. W. COB'NWALt: &neifor ·the Arolureologist. Ph~nix. I.ondon, 1956.
(26) K.H. HABEltMEHL! Alterbestímmung ~¡ Ha«SJteren. Pelztiettn und be.Jm jagiJbP.ren Wiíd. Pare.Y, Bedin-
Hamburg, l961.
(27) G. WoLP-B:mDEGGBR: Atlas der systl!ttuJtLrohew AnatoiTIÍ$ dei Mensch~W, /. Kar:ger, ~1-New 'Yor]t. 196J.
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S
Bl ganado vacuno ha permitido el uso de valores de Habermehl (28) para la dentición, al igual que el ganado de cerda.
El ganado ovino-caprino ha requerido el uso de los criterios propuestos por Ewbank, Phillipson y Whitehouse con IDggs (29), basado en dientes y mandíbulas de la
Edad del Hierro, normalmente utilizados por nosotros:
0-2 meses
3-7 meses
8-16 meses
17-24 meses
Grupo V . . . . . . . . . 24-26 meses
GrupO V( . . . . . . . . más de 26 meses
Grupo VII . . . . . . . viejos
Grupo 1 . . . . . . . . . .
Grupo n . . . . . . . . .
Grupo m . . . . .. . .
Grupo IV . . . . . . . .
Sexo: calculado a través del examen directo éie las pelvis, con un alto grado de fiabilidad, y
de las nltidas variaciones de las clavijas óseas. La corta biometrla no ha ocasionado un
análisis más concienzudo, aspecto de otro modo abordable posiblemente en el estudio
definitivo.
Biometrfa: desde el principio venimos aplicando la ofrecida por A. v. d. Driesch (30), midiendo
Los M3 de la forma que aconseja AJtuna (31) -apoyando el molar en Jos dos pies del
calibre.
Valoración y clasificación: la representatividad del conjunto estudiado viene marcada por el
IR (fndice de recuperación) de A. Morales (32). l.a. clasificación de los restos más conflictivos la hemos solventado con nuestra colección de referencia y con la consolta de Bóessneck, Milller y Teichert (33) ante la delicada distinción de ovejas y cabras en algún caso.
LAS EXCAVACIONES
El yacimiento de la meta posee una larga tradición de excavaciones arqueológicas enraizadi
en el afio 1931, cuando F. Figueras Pacheco emprende la primera campafta. En 1945 se detiene
esta labOr basta que el Dr. Enrique A. I:Iobregatla retoma en 1974, prosiguiéndola hasta nuestros
dfas. Pe las primeras campaftas nos han llegado pocos materiales, teniendo que aguardar hasta
el afio 1974 para que los fondos del Museo Pto\'incial alicantino sobre el yacimiento se vean tras-
(28) K. H. HABERMEHL: Al~rbestimmung bei JiJzus und l.abortkren. 2. Aufl, Berlin·Haroburg, 1975.
(29) J. M. E.WBANK, D. W. PmwPsoN y R. D. WfiiTEHOUSE co. E. S. Hioos: Sheep In tbe !ron Agc: a Mcthod of
n
Study. Procudlnf$ of the Prehistoric Society (N.S.), 30, 1964, pp. 413-426.
(30) A. v. o. DRJESCH: A gulde to the meosuremenJ ofanilfut/ bones from Archa«Jioglca/ sites. Peabody Museum .Bulletins, Bulletin J, Harvard University, 1916.
(31) J. Al.ruNA: Historia de la domesticación animal en el Pals Vasco, desde los odgenes hasta la Romanización. Mu·
n~. 32, fase. 1 San SebastiAn, 1980, pp. 9·163.
·2.
(32) A. Mo.JW.&: Contribución al estudio de las faunas mastotóOiógicas osocladils a yacimientos prehistóricos espaflo/es. 'Thsi$ Docloral, Madrid, 1976.
(33) J. BoESSNF.Cit, H. H. MUJJ.ER y M. TEI:omRr: Diferencias osteológicas entre ovejas (Ovis aries L.) y cabras (Olp3
bircus L.). Ciencill en Arr¡u«Jiogfa, 1980, pp. 338·366.
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cendenta1mente incrementados. Los restos que aqui presentamos pertenecen a dos de las campañas
.más interesantes: la de 1979 y la de 1982, ·ta.rt.to por la gran cantidad (le re.stos' .recuperadO$ como
por su origen en niveles intactos claramente identificados en el segundo milenio antes de J.C. y
situados en el área Norté de la isla. Esta zona se veda trUncada en una época indeterminada con
la pérdida.de una parte de su superijcie, Ja misma que la uniría al mar convrrtiéndola en up.a peqüe}fia península, pues al parecer han aflorado parte de los restos al otro lado del estrecho brazo terrestre que la mau.ti~ne unida a la costa ªctua_I. La dilatada vida de la ísla se virtualiza en su posterior
reocupación ibérica -en cuya época aparece como foco religioso y oomercial plent> de matices y
sugerencias arqueológicas que el Dr: Llobregat v.iene explorando en los últimos años-, de la q,ue
nos ha llegado una reducida cantidad
de la Edad del Bronce se ceñirían a una vi~enda de ponfiguraqjón cii:CuJar y a tumbas de cista
cor~poadie.ntes ál Bronce Argárico-Bronce Valenciano, por una parte, a restos de viviendas rectangulares que s-e insE
de los materiales depositados en el Museo Ptovin~ial, 1. L. Simón propone una P-rhnera ocupación
en el Bronce antigU0 7 de raigambre lOcal e influencias argárieas, una posterior deshabitación en
el Bronce ~:>leno hasta los mQmentos del Bronce tardío y quizá los iniCios del Bronce final 1, tras
e1 cual vuelve a abandonarse. De todas maneras, lo más importante C$ la homo~~neidaq del tl:{a~rillJ
estudiado, idéntica característica que se aprecia en la fauna, subrayada por su procedencia de la
zona de habitación del poblado. Es la llletá, pues, un núcleo controvertido en los. tiempos del Bronce, de uso discontinuo pero atractivo por su rara ubicación, que confirma la regla general, espectacular por los resultados alcanzados en el presente estudio preliminar.
ESTUDIO DE LA MUESTRA ARQUEOZOOLÓGICA
El comportamiento de la muestra objeto de nuestro es(udio atendiendo al alto fndi~ de ident~
ficación de restos óseos en las dos campafias estudiadas, lo podriamos calÍficat de ampliamente
satisfactorio. Es claro que al tratár.se de-muestras recogidas al azar de entre el amplio conjunto
recuperado, se ven afectadas de la aleatoriedad consiguiente en cuanto al módulo o v-olumen a
considerar por un lado, y a la presencia de alguna otra especie aquí no reflejada por otro; en cambjo. los argumentos de orden paleoetnológico o de reconstrucció_n del medio en el que el h.om.bre
se desenvuelve 'y la afectación del PJ"imero s.obre el seg.undo o viceversa, son, a n.uestro juicio, bastante representativos de una realidad, la del mundo del Bro~ce .alicantino, muy poco conocida desde
el enfoque arqueo$>ológico y 16s datos por él aportados. Dentro de un tiempo, nada lejano, poseeremos una visión tada vez má$ real de las CQStumbres y formas de vi
Bronce no sólo en esta zona del litaral alicantino, sino también en áreas del interior inmersas en
unos procesos pale<>cfunáticos, medioambientales y de recursos sustancialmente diferentes,.a,medida gue los estudios arqueozoológicos en curso tomen carta de naturaleza.
Debemos indicar, en primer lugar, el relativo fraccionamiento de los restos estudiados en eL
m.ismo pl"OCe§io
~ vat iable. del púm~ro de. testóS joé.otificados hasta su adecuada valoración en la muestra. 'Esta
misma circunstancia ha originado gue un cierto nÚ1IIeTO de fttgmentos de una misma pieza se ha'yan. perdido itrémisiblemente en el momento de su éxtraceió_n7 por lo gue se ha producido una de
(l4) LLOBJ(EOAT: 0p. "Cit. :nota 22.
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FAUN"A DE LA BDAD DBL BRONCB DB U ILLBTA DBLS BANYETS
7
las causas que en mayor o menor grado influye en los sistemas selectivos sobre el material óseo:
la selección artificial. Todo este tipo de problemática junto a la compleja trama de las campafias
de excavación, realizadas hace aftos bajo cambiantes criterios en función de los medios disponibles,
marcadas por pautas científicas no unitarias en referencia a la designación de unidades estratigráficas y sectoriales, a la vez que la supuesta pérdida de otros fragmentos, nos ha abocado al tratamiento global del conjunto óseo para las dos campaftas indagadas: La de 1979 y la de 1982 -ésta con
un número mayor de restos extraídos-. Es evidente que las matizaciones espaciales o cronoestratigráficas quedan fuera de este avance excepto en la campai'ia de 1979 donde el denominado «Sector
E» parece corresponder a un conjunto cerrado diferenciado. Por todo ello, La valoración cultural
global es la que este estudio reproduce, avalada además por su singularidad frente a otras etapas
culturales bien espaciadas en el tiempo.
Aceptando que parte de los restos provienen de una especie de conjunto cerrado denominado
«Gran Casa» por el excavador. probablemente una vivienda del poblado, han sido identificada.s
nueve especies, tres de ellas salvajes -ciervo, íbice y conejo-, que se refieren en NR (n.o de restos), NMI (r:t. 0 minimo de individuos), IR (índice de recuperación) y porcentajes como sigue.
El NTR (n.0 total de .restos) ha sido de 85, de los que 75 han resultado ·identificados
- 88'2%- y 10 - 11'7%- no lo han sido. Ello constituye un IR de 13'3 altamente representativo.
NR
Especie
Equus caballus
Bos taurus
Ovis Aries
Capra hircus
.
.... . .
..- •
o
•
••
•
•
o
••
•
••
o
o
o
o
••
•
••
•
o
•••
o . ,.
••
••
o
••
•
••••
•
•
o
o
o
....
...
o
..
o
...
o
Oviskapra
•
•
o
..
o
o
o
o
o
..
o
.
o
o
o
o
o
••••••••
........................
Sus domesticus . . . . . .. .. . ... . .... . .
Ca"fi "f . ...... . .. • ..........
nzs amz Jarls
Cervus elaphus ..... ... ' ... ... ... ..
Capra pyrenaica ... . ... ... ....... ..
Oryctolagus cuniculus ...... ........
Total . .............................
%
NMl
%
24
12
32'0
16'0
1'3
8'0
9'3
5'3
3
3
1
3
]
6
7
4
2
17
1
1
75
2'(i
1
22'6
1'3
6
1
10'7
10'7
3'5
10'7
17'8
14'2
3'5
21'4
3'5
1'3
1
3'5
100'0
28
100'0
5
4
Tabla l .- NR, NMI y % de las espedtS de la campaña de 1979.
Esta ca.mpafia ha sido la que .más problemas ha planteado a causa de las complicaciones surg~
das en el proceso de excavación; ya hemos expuesto antes este extremo. Sectores y niveles estratigrá-
ficos sin diarios de excavación de referencia conforman una urdimbre que nos ha llevado a una
estimación de conjunto ele la muestra. Sin embargo, existe una uniformidad contundente entre los
resultados y conclusiones de las dos campafias que nos capaci~ para afianzar el concepto de
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,M. BENITO IBORRA
%
50
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5'
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3
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ii
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ó ó
qJ
'l5'
ó .J u>
Fig. 1. -Propordones comparadas del número de restos y número mínimo de indh'iduos entteJas campañas de
1979y 1982.
<
sobre el medio, sus estructuras interna$, formas y medios de vida.
La e~cw¡a variación con ia muestra anterior radica en la consideración de dos nuevas especies:
1a liebre y la sepia común, cuyo ínfimo porcentaje no ha sido determinante, sa.Ivo en el ca,so cualitativo de la sepia.
El NTR es de 80, lo que significa un 100% de identificación y un IR= O, al haberse clasificado
todos los que ofr~ía la muestra. Estos valores denotan su bajo fraccionamiento y son otro elemento
-~ tener en cuenta si Jo relacionamos con otras épocas.
De forma general, las proporciones de las ~pecies más representativas apen~s experimentan
variación a.Jguna. Acaso resaltaríamos Ja mayor concu:uencia de huesos de caballo y el equilibrio
~ntre las proporciones de buey y cier,vo. No se han detectado además restos de oveja, lo que no
signifiéa que no vayan surgiendo conforme transcurra ~~ estudio definitivo del material f~unistico.
Especie
NR
Equus cabaUus
/JOs taurus
Capra hircus
Oviskapra ....... .. ... ........ . ...
SU$ domesticus . ... .. ... .. ...... ...
••••
••••••
¡
o
o
o
••
•••
••••
o
•
o
o
••••
•••••••
o
o
••
•••
•••••••••••••••••••••
C(l1fis [amiliariJ
................ ....
Cervus .elaphus
Otyctolagus cuniculus ....... .. ......
Lep~ aapensis ....................
Sepia offlcinalis .. ...... ... . .......
Total
•t• .
••••••
• • • • • • 3' .
••••
•
t
•••••
•
••
¡¡ • • • • • • • • • • • • • • • • •
%
NMI
%
40
10
50'00
12;50
5'00
6'25
5'00
1'25
15'00
1'25
8
5
3
15'8
16'1
9'6
9.'6
12'9
3'2
9'6
3'2
4
5
4
1
u
1
1
2
80
3
1
1'25
1
3'2
2'50
100'00
2
31
6'4
100'0
'lllbla 2.. NR, NMI y % de la muestra estudiada de li. Campiüla de 1982.
-126 -
3
4
l
'
[page-n-127]
FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA U..LETA DELS BANYETS
NR
9
NMI
ganad erra
ganaderra
71%
74%
caza
22%
pesca
pesca
1%
4%
Fig. 2 • .SiguJ.Dcad6n de lu adividades ec:on6micas según lu proporciones del número de restos y el número
núnlmo de iDdlvlduos. Datos conjuntos de las dos campañas.
RELACIONFS ENTRE LOS GRUPOS FAUNISTICOS
Las actividades desarrolladas por los miembros de la colectividad de la DJeta, ordenadas por
grupos de animales caracterizados, definen una comunidad preeminentemente recolectoradepredadora. la producción y la transformación de la materia animal, además de los factores asociados que revierten en la construcción de un modelo general, aparece en un segundo plano. La
abundancia de caza y ganado colmó un capitulo crucial en el mantenimiento comunitario, mientras
la agricultura, no por netamente deducida, inexistente, complementaria la estructura fundamental,
de ~emoria más antigua.
Ganaderia
NR
%
NMI
%
117
75'48
43
72'88
Pesca
Caza
NR
%
NMI
%
33
21'29
13
22'03
NR
2
%
NMI
%
1'29
2
3'38
Jabla 3... NR, NMI y JIOIUIII.ijes de las actbidades del hombre de la meta en ambu campalu de txCiftd6a.
LA EDAD DE LOS AN1'MALES
El cálculo de la edad de los individuos de las diferentes especies en la muestra estudiada no
ha supuesto variación alguna entre las dos campaftas. Es así que Jo hemos considerado conjunta-
- 127 -
[page-n-128]
ovicaprinos
su id o s
3
equinos
b9vlnos
n• lndi\>idu:.s
4
8
3
2
o- ··
Fig. 3. -Representaclón de la edad de sacrificio de los principales grupos anbñáles eJi reladón ar número de
individuos. Datos conjuntos de las dos éálllpaftas.
mente con la finalidad de extraer una -visión mucho más acertada de lo que fue aquella realidad,
aunque sólo sea de forma aproximativa. En la mayoria de los casos nos hemos fundamentado en
el examen del estado de desgaste de la dentición; de forma puntual lo hicimos en el estado de fusión
epiflsial de un radio de caballo. El .resn!tado ha sido el que sigu_e:
Ovicaprinos
Grupo ID (8-16 meses)
1
Grupo ID-IV (15-18 meses) ··· ·· .. . . . ... . 2
Grupo IV (17-24 meses) ............. .. . 2
Grupo VI (más de 26 meses) • ........... 2
Grupo VI-VII (adultos no viejos) .. ... ... 1
rorAL ........ . ................... 8
Suidos
0-6 meses . •. . . . . . .. . ... . .... ... .... 2.
20-24 meses
1
TOTAL .... ... ... .. .............. 3
Bovinos
27-30 meses . . .... •. • . . .. . ..... . ....... 1
más de 30 meses . . ....... . .. .. .. .... . . 1
más de 4 afios ... . ....... . ......... , ... 4
Equinos
1 afio .. . .. . ... . . .. ... . ............. 1
unos 4, afios ....... .. ... .. . . .. . ...... 2
más de 5 afios .... . .......... . ... . .. 1
TOTAL .......................... 4
•••••
o
•••••
o
•••••
T()'])\L ...................... ... ...
6
o.
-128 -
o
o
••
•
o
•••
•
•••
o
•••
o
o
••
o
o
[page-n-129]
11
FAUNA DB LA EDAD DEL BRONCE DB LA ILLBTA DELS 8ANYETS
A través de la fusión epiflSial se ha asignado un radio de caballo a la edad de menos de 3
afios y medio.
Como observamos, existe una gran homogeneidad a la hora de elegir una edad de muerte de
cada tipo de ganado, mayoritariamente sacrificados en edades infantiles y juveniles. Cerdos, ovejas
y cabras muestran este comportamiento debido a las caracterfsticas intrínsecas de estas especies,
cuyo rendimiento cárnico a estas edades si no es todo lo elevado que debiera si cubre las necesidades
consumistas de la comunidad. No deducimos, sin embargo, una direccionalidad cultural definida
hacia una provisión de carnes tiernas, conducta que contemplarla otro tipo de connotaciones etnoculturales que sf. hemos podido argumentar en otros periodos históricos. Esta afirmación puede
atisbarse en las edades de sacrificio del ganado mayor; bueyes y caballos fueron casi exclusivamente
sacrificados en edades medias, sin haberse identificado por el momento animales notoriamente viejos. Es, por consiguiente, nuestra creencia) que nos encontramos ante gentes con un.evidente afán
de producir carne para abastecer casi únicamente a la comunidad con una cantidad de eUa suficiente para el alimento de la misma por un tiempo más o menos largo. Con ello se lograría la crla
del ganado con un enfoque que no fuera otro que el sacrificio ae los ejemplares por él producidos
para suministrar carne, al mismo tiempo que también se conseguian las pieles para su protección,
especialmente de cabras, bueyes y caballos, sin olvidamos de los animales cazados, sobre todo del
ciervo.
EL SEXO DE LOS ANIMAL.ES
La contribución de esta variable a este estudio previo acerca del material faunistico de la Edad
del Bronce de la Illeta no es en absoluto concluyente, si bien infiere aJgo esencial que perfila aún
más el esquema configurado hasta ese momento sobre esta sociedad. Validos de la identificación
directa~ única posible cuando el ncímero de restos mensurables no es muy elevado, hemos podido
saber que no existe una clara predilección de uno u otro sexo a la hora del sacrificio del ganado.
Otro tanto ocurre con el ciervo. Esta singular tendencia aboga de esta forma por una relativa simplicidad en el control y racionalización de la mentalidad ganadera. Ello significa una inclinación práctica hacia la procuración de viandas que indudablemente no distingue los sexos.
Ocho fragmentos han resultado útiles en la distinción de machos y hembras, los cuaJes han
dado los siguientes datos teniendo en cuenta sus poincidentes caracter.lsdcas morfológicas:
Caballo
pelvis
Cabra
clavija ósea
clavija ósea
~
Ciervo
Cerdo
maxilar
mandlbula
colmillo inferior
~
pelvis
pelvis
~cf
2
-129 -
e!
~
[page-n-130]
J2
M. BENITO lBORRA
CONCLlJSIONFS INICIALES
Este primer cuadro acerca de la funcionalidad, vida cotidiana, costutnbres' y prefe~ncias, de
un tipo de comunidad de la Edad del Bronce, como la de la DJeta nos ha posibilitado el acceso
a una sociedad de peculiares comportamientos_, basta ahora desconocidos por nosotros. Una situa·
ción nueva que abre extraordinarias pe~tivas a la nimia investigación arqueozoológica en unas
etapas dt nuestra Prehistoria continuamente :revisadas, reajustadas o incluso reformuladas. Si la
abundancia de el:cavaciones y estudios acrecienta las posibilidades de registro de los materiales,
aún queda trecho por recorrer en el conocimiento de un periodo de la Prehistoria levantina vasto
donde la intercomunicación y el intercambio de influencias con otras zonas peninsulares es cada
vez más evidente.
la información suministrada por este estudio, nada definitivo, nos percata de algunas coincidencias enue diStintos núcleos de población coexistentes que demuestran cierta cohesión en sus
estructuras etnoculturales, aun cuando son diáfanas las matizacione&, entre poblados que ejercen
una tendencia u otra a la hora de la predilección por una especie concreta. Los cimientos sobre
los que se sustentan comienzan a dibujarse en el horizonte de la investigación basada en los estudios arqueozoológicos hasta ahora efectuados:
1.0 Una notable dependencia del medio natural, con valores aproximados que oscilan entre
el 10 y el 25% en Cabezo Redondo, Pie deis Corbs e IDeta de Campello.
2.0 Una grao presión cinegética sobre el ciervo, próximo a cotas alcanzadas por alguna de las
especies domésticas más consumidas.
3.0 Ooa verdadera especialización hacia los équidos con fipes de aprovechamiento cárnico,
algo novedoso respecto a los asentamientos neoliticos y eoeoliticos de forma general. Esta
propensión a la especi~ detectada ya en el neo-eneolltico de Fuente Flores con idénticos
criterios precisa de un control directo de las manadas, por ~te motivo quizá ya domesticadas.
4.0 Una clase e intensidad de fragmentación ósea que permite un aprovechamiento medular
y de masa encefálica tanto en Pie dels Corbs como en la llleta. la imPQrtancia de la aplicación de técnicas arcaicas en la fragmentación - golpes de fractura- combinadas con el
uso de objetos de metal, nos describe unos grupos humanos conservadores de una filogenia
cultural primitiva, en sentido evolutivo, una memoria que convive con técnicas más moderQ~ de. troceado unidas a una tecJtologfa más precisa, que en la Dieta la atestigua la gran
proporción de utillaje metálico.
5.0 La uniformidad en la edad de sacrificio de los animales, extensible a todas las especies domésticas. Dificilmeotc llegan a las fases seniles, predominando los individuos jóvenes y
adultos-jóvenes, en unas edades medias donde se consiguen óptimos de crla plenamente
rentables para el consumo. Esta estructura es la imperante en la llleta, que junto con la
variable del sexo, no denota una clara regulación de los reba:ftos de ovicaprinos en otras
direcciones~ al menos no están bien defmidas. El Pie deis Corbs ofrece un esquema muy
parecido, acaso se da un leve aumento en la edad de sacrificio. La idea de una máxima
disponibilidad de recursos parece flotar sobre ambos poblados.
6. 0 La constante aparición directa o indirecta de perros en este tipo de medio humano. La pose"
sión de per¡os es as_í corriente en el devenir de la vida del poblado. Sin duda, auxiliarfan
al hombre en el desarrollo dé acciones de caza o actuarían en la vigilancia del perimetro
d_e la instalación.
- 130 -
[page-n-131]
F,!\UNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLETA DELS BANYETS
L3
Retomando la discusión sobre la IDeta y los resultados de este estudio, diremos que no vislumbramos la utilización incuestionable de algún ejemplar de buey en labores agrioolas de tiro o arrastre. Tampoco del caballo. Los sfntomas de los gue disponemos no reflejan por el momento una
orientación económica fundamental hacia la agricultura de las gentes de la Dieta. En otros periodos
esta actividad suele estar muy relacionada con la presencia en la muestra de bueyes viejos y fuertes,
como suele ser normal cuando un ejemplar es reservado a estas tareas. En el material de la Dieta
no hallamos nada semejante, más bien, la única meta verosimil que refieren los cuadros de edad
del ganado mayor es la alimenticia. Lo mismo cabe afrrmar del ganado de cerda y del rebano de
ovejas y cabras. .Estas últimas son las más numerosas en la cabafta ovicaprina, confirmando tal
vez su elección por causas geográficas al ser animales perfectamente adaptados a la sinuosidad e
irregularidad de la superficie que rodea al poblado. Además, en este tipo de estructura de aprovisionamiento proteico constante, la cabra posee un notorio rendimiento lácteo que diversificarla el
aporte nutritivo. la d_
iferencia con el Cabew Redondo de Villena, situado en una elevación montanosa de una wna del interior levantino de tránsito a la meseta, se centra en la aplastante mayoria
de las ovejas y las cabras en detrimento de las d.emás especies y la escasa representación del caballo,
superada por el buey. Alll, como vemos, las necesidades son distintas; el medio ecológico también
difiere por la aparición del corzo y de aves de humedal, lo que para el primero denota unas masas
forestales interiores más densas. Ambas zonas aciertan en la generalizada caza de ciervos. En la
llleta no es una dificultad insalvable el alto porcentaje de ciervos cobrados, puesto que no están
excesivamente lejanas de la costa las tierras más elevadas -el cingulo montañoso que rodea Alicante sirve de barrera climático-meteorológica natural de gran trascendencia para el mantenimiento
de un.as condiciones pluviométricas óptúnas que permitieran el desarrollo de una importante cobertura veg~tal de tipo medite~ráneo-. A todo ello hay que sumar 1a relativa asiduidad de la caza
de conejos en el Cabezo, que es casi testimonial en la illeta. El Ibice, presente en la )lleta, seria
asimismo cazado en La móntafta interior, donde los grandes desniveles no harían nada fácil su localización y captura.
Un tema sugestivo radica en la posibilidad de dotar de un relativo valór mágico o religioso
al enclave de la llleta en la Edad del Bronce. No sólo la existencia de un número importante de
tumbas en la zona Norte de la isla, hecho habitual en los poblados del Bronce, podria iniciar este
tipo de formulaciones por si solas, sino que el hallazgo de un húmero humano eón signos evidentes
de descuartizado o eJ apenas esbozado consumo alimentario del perro no son bazas que se puedan
recha~ar rotQndamente. A medida que los datos y la propia investigación vaya progresando, iremos
dando respuesta, en Ja medida de lo posible, a toda una serie de incógnitas glie han quedado aquf
provisionalmente enunciadas.
En defmitiva, los habitantes de la Jlleta de Campello en la época del Bronce disfrutaron de
la tenencia de animales con una finalidad básicamente alimenticia. Acaso ello les orientase, una
vez cubierto este capitulo, hacia la caza, la pesca de litoral en menor medida, y una probable agricultura imposible ahora de cuantificar al no estar reflejada en el material de fauna estudiado. Esperemos que dentro de un tiempo estas cuestiones resulten algo más diluciUadas.
-
i3l-
[page-n-132]
14
M. BENITO mORRA
ANEXO: TABLAS OSTEOMÉTRICAS
EQUUS CABALWS L
Maxilar con
L
A
Campafla
p1
34'9
21'2
79
Vértebra cervical
LMPa
118'4
Campafta
82
LA
L
A
Camp.
Escápula
LS
AS
LmC
LMP
Campafla
Pelvis
LAR
Campafia
w
Serie P-:W
L
30'1
A
24'4
Camp.
82
65'2
57'0
79
M3
25'2
24'3
82
L
A
Camp.
Húmero
AT
71'9
Ad
76'9
Campafla
82
51'0
44'0
54'1
83'8
79
MetacaFp
Ad
43'4
Campafia
79
24'3
21'0
79
LM
AM
Camp.
52'8
Metatarso
Ad
43'3
Campafta
82
82
Falange 1
17'5
44'8
43'9
32'9
30'2
40'2
38'1
p
79
LM
51'0
82
Ap
ASp
Ep
AmD
Ad
ASd
Cm! p.
757
45'9
44'3
34,4
'
29'1
38'4
39'1
a
79
82
82
49'6
Campaffa
Calcáneo
102'1
50'7
51'0
82
82
25'3
21'1
82
Radio
62'1
ASp
ASd
Campafia
Astrágalo
HM
56'4
57'7
AM
Lníl'
56'5
AFé:l
23'0
19'6
82
49'0
45'8
30'0
Falange 3
56'2
LM
61'8
AM
24'7
LF
39'5
AF
p
Camp.
40'0
39'1
p
p
79
82
Bos TAUllUS L.
Clavüa ósea
DMB
17'2
DmB
56'1
Campafla
79
Húmero
M3
L
A
CaJnpaña
-132-
32'3
11'0
79
AT
Campafta
70'8
82
82
[page-n-133]
FAUNA DB LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLBTA DEIS BANYETS
Radio
Ap
74~1
ASp
67'8
82
Campaiia
Falange 1
57'7
29'1
23'6
LMpe
Ap
AmD
Ad
49'7
21'4
25'2
a
82
a
82
Campaiia
IS
0VIS ARIES L.
Tibia
Ad
Camp.
22'6
79
CAPRA HIRCUS L.
DMB
DníB
Campaiia
Clavüa 6sea
22'3
29'6
16'1
18'6
79
79
Fémur
26'9
Ad
18~0
Campaiia
34'8
79
82
F4/ange 1 anterior
L'Mpe
34'6
Ap
11'2
9'1
AmD
11'4
Ad
Campaiia
82
OVIS/CAPRA
MandfbuTa
Hmd
Mandfbula (Cont.)
11'2
20'2
23'4
79
HaM1
LPr P4
Campaiia
HmD
HaM¡
HpMs
LM3
10'9
19'1
ÁM3
Campaiia
79
Radio
11'9
20'2
34'3
23'3
7'8
82
CANIS FAMU.IARIS L.
SUS DOMFSTI'CúS L.
Atlas
H
Campaiia
14'1
Anill
Campaiia
Pelvis
LA
AmCt
36'9
82
Campaiia
-
133 -
24'2
7'9
79
19
[page-n-134]
16
M. BENITO IBORRA
CERVUS ELAPHUS L.
Pelvis
Rildio
Ad
ASd
Canip.
48
45'8
82
LA
AA
AmCI
Camp.
Tibia
52'9
Ad
Camp.
47'2
42'3
79
Astrágálo
40'6
79
lPl
79
LMl
LMm
El
Ad
79
Camp.
Calcáneo
AM
Cámp.
27'0
82
Metacarpo
Ad
Camp.
38'4
79
Falange 1 anterior
Metatorso
Ap
Ep
Camp.
33'0
33'1
38'1
79
36'2
82
LMpe
Ap
AmD
Ad
Camp.
ORYCIOLAGUS CUNNICUWS L.
LEPUS CAPENSIS L
Pelvis
Pelvis
LA
AA
Camp.
LA
U'4
AA
914
8'2
79
10'4
9'7
82
LRC
Carñp.
-134 -
45'1
42'2
25'2
28'3
82
48'6
17'8
15'2
18'1
79
[page-n-135]
ARCRJVO DB PREAlS'IORlA LEVAN'TINA
Vol. XXI (Valeocia, 1994)
Miguel B.ENITP !BoRRA*
ESTUDIO DE lA FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLETA
DELS BANYE1S DE LA REINA (CAMPELLO, ALICANTE).
PRIMEROS RESULTADOS
INTRODUCCIÓN Y PROBLEMÁTICA
Hasta 1972, afio en que se publica el estudio exhaustivo de los restos faunlsticos del Cabezo
Redondo de Villena (Alicante), llevado a cabo por los zooarqueólogos de la Universidad de Munich
(1), no comienzan a aflorar Jos primeros datos acerca de la fauna existente en un importantlsimo
periodo de la Prehistoria alicantina anclado en el segundo milenio antes de nuestra Era. En 1989
tuvimos la oportunidad de entrar en contacto con el mundo del Bronce desde una perspectiva arqueozoológica al estudiar un reducido conjunto óseo procedente del poblado del Pie dels Corbs
de Sagunt (2). Los sugerentes resultados de aquel estudio, aunque preliminares, nos reportaron además la necesidad del planteamiento de múltiples incógnitas en un campo de investigación que aparecia fecundo y harto olvidado por la Arqueozoologia actual. Los datos conocidos sobre las etapas
paleoUticas. epipaleolfticas y neoUticás en los últimos aftos por Pérez Ripoll (3), Davidson (4), BOessneck y v~ d. Driesch (5), de evidente interés para el desgranamiento de las sociedades cazadoras,
recolectoras y ganaderas-agricultoras incipieRtes, abrió un amplio debate etnoarqueológico sobre
los diferentes grupos humaJ)os instaJados en el levante valenciano que todavia pe.rmanece vivo.
U polémipa tocante a quiénes evolucionan y quiénes no renuncian a sus tradiciones o sólo son.
• Museo Arqueológíco Provincial d,e Alicante.
(1) A . V. o. 0~: Studlen Ober frUhe Tierknochen/ flde von der lberlschen Halbinsel, 3. Munchen, 1972.
U
{2) M. BENITO: Estudio de uo pequc!lo co.njunto óseo del poblado del Pie dcls Corbs (Sagunto). En A. BAR.R.ACHINA:
Breve avance sobre el estudio del poblado del Pie dc1s Coibs. Homenatge A. Chabret. 1888·1988, Valencia, 1989, pp. 41-42.
(3) M.J'tB.EZ RlPou..: Los mamlferos del yacimiento musterlense de Co.va Negra (Játiva. Valencia). 'Dabajos Varios
del S.l.P., 53, Valencia, 1977. ID.: La fauna de \'ertebmdós. En Co.va de l'Or. Ji)/. Il Thlbajos Varios del S.I.e, 65, Valencia, 1980, pp. 193·256. ID.: Marcas de cam~rta. ~inlenciofU1dlls y mordeduras de camfvoros en hues()S prehistóricos del Mediterránl!() .BspaAol. Instituto ae Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, 1992.
(4) l. OAVlDSON: lAte pa/eo/ithic economy In Eastem S[J(lin. 1esis Doctoral, Selwyn Collcge Cambridge, 1980.
(Sj J. BoESSNI!C1 y A. v. o. ORJ&CK: Studien über frtlhe Tll!rknochenfuntk von der lbemchen Halbtnsel. 7. Muncbcn, 1980.
-119 -
[page-n-120]
2
M. BENiro lBORRA
acuJturizados en parte_ queda servida en ese súbito cambio Meso-Neolítico, que tal vez sea mejor
esclarecida con la revisión de los horizontes epipaleoliticos geométricos, poseedores de algunos problemas de intrusionismo de materiáles en los que los aspectos faunisticos tienen m·ucho que decir.
Esta aparente dualidad cultural, obviando la más que probable colonización oriental hacia el 7.000
BP, insinúa la basta ahora enigmática pervivencia de las economías cazadoras-recolectoras en épocas de aparente pureza PrOductora, con los consiguientes problemas de índole cronológica que ello
acarrea, lo que llevarla a una nueva concepción-visión multicultural coetánea de tales sociedades
que flexibilizarfa las barreras cronológicas y desuniformizada los ribetes culturales aferrados aetapas antes bien independizadas y sucesivas.
la reciente aportación a la mvestigación arqueológica de ~rez RipoU (6), constituye una ·punto
de partida básico para el replanteamiento de diversas cuestiones en torno a esta polémica, a la
vez que se considerarian las variables unidas a las formas de actuación humana sobre el material
óseo como esenciales para el reconocimiento cultural de las sociedades prehistóricas. En 1988, con
la publicación del estudio de Puente Flores (Requena, Valencia) (7), Martínez Valle nos d~cubrfil
un tipo de fauna para el Neo-Eneolitico -entre el Neolítico Final 1 (8) y el Hcr (9)- de ur;t á,rea
del interior montafloso levantino notablemente diferente a la de etapas anteriores, o sencillamente
distinta en la proporción de équidos de yaéim.ientos contemporáneos como la Ereta del Pedregal
(10), más hacia el Norte, andaluces -Cerro éle la Virgen I (11), Papa Uvas (12), Castillejos de Mon·tefrio (13), 'Thrrera Ventu.ra m (14) y Cerro de las Cabezas (15)- y portugueses - Zambujal (16)-,
pero enormemente coincidente con la etapa que ahora nos ocupa. El cambio más trascendente ve·
oia marcado por la baja utilización de los ovicaprinos frente a etapas neolíticas. Pues bien, esta
estructura de explotación del ganado es similar en los momentos del Bronce de la meta_, es más,
parece asomar en los estudios que se nevan a término actualmente en el Departamento de Prehistoria de la Universidad de Alicante, extraídos de diferentes excavaciones supervisadas por el Dr. Hernández Pérez. EVidentemente, con este cambio en los hábitos económicos y etnoculturales que en
apariencia se produce en Fuente Flores y perdura en el Bronce, se constatan una serie de comunidades altamente dependientes de la depredación y la producción selectiva de carne de caballo, pensa-
(6) M. PéltJJZ
Rn>ou.; Op. cít. nota 3.
(7) J. JuAN.CABANn.LES y k. MAlttlNEZ VAU.E: Fué'nte Flores (Requena, Valencia). Nuevos datos sobre el poblamien·
to y la economla del Neo-Eneollti~;Q ntencia®, Anirtv<> de frehistcria levantina, XVIU, Valencia, 1988, pp. 181·213.
(8) J. BBR~~seu: la evoJucism del Neol11ico en el Pafs Valenciano. Aportaciones al estudio de las culturas neolíticas
en el extremo occidental del Mediterráneo. Revislll de/Instituto de Estudios Alicantinos, 34, Alicante, 1982, Jlp. 85,137.
(9) ). BBRNABllU: los elementos ae ado.rno en el Ene
(10) M. Pmmz RtPOU., intdito.
Op. cit. nota l.
(12) A. MOJWJiS: Restos óseos del yacimiento de Papa Uvas. Apéndice I1. EXCJJvaclones Arqueológicas en Espafill,
149, Madrid, 1986, pp. 347-350.
(1 3) H. P. Ul!llPMANN: Informe sobre los restcíS 6seos faunlsticos del corte l del poblado de los Castillejos en las Pellas
de los Gitanos. Montefrlo, Granada. En A. ARIUIIAS y A. MOUNA: Cuadernos de Prehistorill de lo Universidad de GrtUIIl·
d4, Serie Monográfica. 3, Granada, 1978.
,
(14) A. v. o. DRIESCH y A. MotW.ES: Los restos animales del yacimiento de 1Crrera Ventura. Tabernas, Almeda. Cua·
demos de Prdristorill y Argueologúz de lo Univelsidad Autónoma de Madrid, 4, Madrid, 1976, pp. IS-34.
(IS) F. R. HAlN: Studien flber frahe Tferkn()f;/lenfon_de von der lberlsc~ lfalbin.sel. 8. Munclien, 1982.
(16) J. BoJ?.SSNecx y A. v. o. I>RrescH: CastrP do Zambttial die !auna. Studim Ober /rOM Tlerknqchenfunde..~ 5.
Munchen, 1976.
(IJ) DRlESCii:
-
120-
[page-n-121]
FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA D..LBTA DBLS BANYBTS
3
mos que con grandes posibilidades de estar ya plenamente domesticado, por más que Ja especie
precisa un control o manipulación directa pQr parte del hombre con este fm, inclusive más acentua-
do que con el resto de animales domésticos, a través del cercamiento o acotamiento de un área
determinada El hecho de que ello sea diferente de poblados contemporáneos a Fuente Flores podrfa ser debido más a una cuestión de variabilidad intercomunal coetánea que generalizase posteriormente en el resto de hábitats del Bronce levantino. Si este foco evolucionó hasta implantarse
o adoptarse por los otros tipos de explotación socioeconómica del medio ecológico, independientemente de su contexto geográfico - Fuente Flores se ubica en una zona baja bien anegada similar
a la Ereta aunque distinta en la forma paleoetnológica de tratamiento animal-, es un tema que
debe hacernos reflexionar sobre la imposi~ión de modelos focales convenientemente acepUldos PQr
el resto de comunidades en función de su elevada rentabilidad en un momento determinado ante
circunstancias cambiantes. eventuales o necesarias. Algunos investigadores, al apegarse a la interpretación de una definitiva genenUitación ~e la agricultura a tenor de la enorme dependencia de
la caza con fines protectores o preventivos (17), alientan la concepción de unos grupos humanos
obsesivamente mentalizados en una actitud vigilante, elclusivamente preocupados por hacer gua,rdia a la puerta de los sembrados, cuando es més fácil pensar que no son los ciervos o los uros
Jos que más hacen peHgrar las cosechas, sino una desmedida proliferación de roedores y lagomorfos
en la época de los primeros brotes y tallos tiernos de los cereales, un tipo de fauna escasa en estos
yacimientos, de modo idéntico a lo que podemos manifestar sobre el jaball, con nueve restos identificados en Fuente Flores y ninguno hasta ahora en la Dieta. Pon_derando en consecuencia la abun·
dancia de alimento en el medio forestal frecuentado por las especies salvajes o el desarrollo de m mlneas silvestres en las tierras más llanas y abiertas, no tiene mucho sentido la idea de una masiva
invasión de los cultivos por parte de los ciervos o de animales tan datlinos para la agricultura como
el jabali. Únicamente ante situaciones de gran presión ambiental causada por una fuerte carestía
de pastos producida por unas extremadas condiciones de sequla prolongada o interminables heladas, induciría a los animales salvajes a real.izar una iQYa$ión incontrolada del medio humano, raramente frecuentado bajo condiciones de normalidad ecológica. Otro tanto podriamos aducir de la
pobre aparición de utillaje agrícola en estos yacimientos, exceptuando algún que otro diente de
hoz y sintomáticos elementos de molienda, pese a que no descartamos el uso del arado simple de
reja vertical y sin pie propuesto por B. Marti Oliver (18) unido a los bueyes de tiro y recogido por
J. Juan Cabanilles para explicar un intenso trabajo agrícola en Fuente Flores (19) que no prueba
el examen antracológico (20), donde se descubre una vegetación boscosa tipica del piso mesomedite·
rráneo superior - carraseás, pinos negros, quejigos, arces, etc.-; tal vez un análisis palinológico
ofrezca unos datos más favorables sobre frutales o cereales. De todas formas, no negamos la importancia agrJcola, pero si dudamos de su magnitud. No obstan~ esperemos que dentro de unos años
la evidenda arqueológica Sea más amplia para permitimos afinar mlts en una controversia con im·
precisos perfiles ahora.
El poblado de la Illeta no indica una nítida preponderancia de las actividades agrícolas desde
el punto de vista de la fauna; el estUdio del registro de los materiales efectuado por J. L. Si(17) H. P. UI!RJ'MANN: L'élevage néolitbique en M6diterrante Occidentalt. CoOoque lntematlonal de rinstitut de Recherches Méditerron«nnes, Parls, 1976, pp. 87·94.
(18) B. MAKrl: El fiiiCimiento de la agrlcullura en el 1lús Valenciana Del Neo/ftlco a la Edad del Bronce. Unive.rlidad
de Valencia. 1983.
(19) JuAN.CABANlU.ES y MARrtNEz VALLB: Op. q_it. nota 7.
(20) B. GRAO Al.MERO, en JOAN-CABANILLES y MARrJNEz V ALU!: Op. cit. nota 7.
-121-
[page-n-122]
M. BENITO DlO~RA
món (2'1), tanto de los diSpersos como de los hallados en las distintas campafi~ de é~cavaci6n de
los horizontes de la Edad del B:ron~ .atestiguan este hecho.
De otro lado, el panorama reconocído t~ el ~tudio fawrlstico de Cabezo Redondo, integrado
en un área m~ mesete~a. es bastante contrario. .Allí, los animales adquiridos por me4io de la caza
no llegan al lO% del total de especies, mientras ovicaprinos -7 5%-, bueyes -7 o 8%- y cerdos
domé&ticos -4 o 5%- son los más abundantes. El caballo, éOt\ '\ln 2% de los restos, no es ni
mucho menos l.a e~pecie reina como en la Illeta, ni el porcentaje de conejos -7%- el allí atdbyido
-no llega al 2%-; lo mismo cabria afirmar de ,la intensidad de la caza en la meta -20%- o
de la baja cria de ovejas y cabras en este conte~to. La ®t>ertdencja de ambOs poolados del. medio
natural es la prueba para demostrar un entorno lo suficientemente forestal para ptoseg(lir con su
'beneficio, .siendo como vemos dos comunidades.co.ti diferenteS inclinaciones.en la elección de espe~
ci~ ~ por tantot culturalmente discrepantes e integradas en dos medios radiCálmente distintos. En
el Cabezo, la caza de aves de humedal-flamencos, ánsares, etc.- contras~ CQn su ausencia en
la zona litoral que domina la llleta, do.Ad~ la: orientación terrestre se muestra obstinadamente superior a la marítima, al oontrarlo de lo que cabria pensar.
El presente avance p_a.rte del estudio del material del fondo del Museo Arqueológico ProvincjaJ
de Alicante, a cuyo director, el Dr. E. A. Llobtegat Coñesá debemos la gratitud de su ofrecimiento
y eJ intetéS e inquietud demostrados en la realización de este estudio de Arqu~ozoología. lAs datos
por él comuni~
publicados (23l, nos han servido ae referencia constante para definir eontextos cronoestraHgráficós
Y' completar el registro arqueológico de cara a ~a .reoonstrucc16n de aquella comunidad prehistórica.
A J. L. Simón le debemos aqemás et reconooimiento por la ayuda prestada en el signado de los
restos óseos y·.su espectación ante los resultados agui vertid~.
METODOLOGÍA
l.as coordenadas metodológicas que han servido de gula en la confección del presente estudio
quedan reseñadas a continuación. Se desestima el Cálculo de la biomasa, relegado a:r estudio global,
y los faetóres de altura en la cruz de los animales domésticos, imposibles de apli~r al no eXistir
huesos enteros eo la muestra susceptibles de la operación.
Edad: en el caso del caballo nos h~mos servido de E. Schníid, 04) si atendemos al estado de
na~imiento y desgaste de la dentición; s'i lo hacemos al estado de fll!)ión. ~pífisial nos
basamos en COmwall (25), Habermehl (26) y Wolf-Heidegger (27), ·todos ellos recogidos
asímismo :por Schmid en la obra citada.
(21) J. L. SIMóN GARC!.A: Colecciones de la Edad el Bronce ea el Museo ,á.rqueol~ Províncjal de Alicante. ~
de llJ67 a 1985 e IDeta dels Banycts de EJ Campelln Ayudits a la JnvestigaciÓn, vol. ll, Alicante. 1988.
(22) B. 'A. l.WBREOAT: Ille'ta deis BanyétS. Ai'queo/ogfa en .Ailcante, 1976'1986, Alicante. L986, pp. 63·67.
(23) SIM9N GARCJA: Op. cit. nota 21.
(24) B. Sc6MID: Atlas of Animal Bones. Amsterdam·I.ondon·New York, J9n.
(~)J. W. COB'NWALt: &neifor ·the Arolureologist. Ph~nix. I.ondon, 1956.
(26) K.H. HABEltMEHL! Alterbestímmung ~¡ Ha«SJteren. Pelztiettn und be.Jm jagiJbP.ren Wiíd. Pare.Y, Bedin-
Hamburg, l961.
(27) G. WoLP-B:mDEGGBR: Atlas der systl!ttuJtLrohew AnatoiTIÍ$ dei Mensch~W, /. Kar:ger, ~1-New 'Yor]t. 196J.
-142-
[page-n-123]
FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLETA DBLS BANYETS
S
Bl ganado vacuno ha permitido el uso de valores de Habermehl (28) para la dentición, al igual que el ganado de cerda.
El ganado ovino-caprino ha requerido el uso de los criterios propuestos por Ewbank, Phillipson y Whitehouse con IDggs (29), basado en dientes y mandíbulas de la
Edad del Hierro, normalmente utilizados por nosotros:
0-2 meses
3-7 meses
8-16 meses
17-24 meses
Grupo V . . . . . . . . . 24-26 meses
GrupO V( . . . . . . . . más de 26 meses
Grupo VII . . . . . . . viejos
Grupo 1 . . . . . . . . . .
Grupo n . . . . . . . . .
Grupo m . . . . .. . .
Grupo IV . . . . . . . .
Sexo: calculado a través del examen directo éie las pelvis, con un alto grado de fiabilidad, y
de las nltidas variaciones de las clavijas óseas. La corta biometrla no ha ocasionado un
análisis más concienzudo, aspecto de otro modo abordable posiblemente en el estudio
definitivo.
Biometrfa: desde el principio venimos aplicando la ofrecida por A. v. d. Driesch (30), midiendo
Los M3 de la forma que aconseja AJtuna (31) -apoyando el molar en Jos dos pies del
calibre.
Valoración y clasificación: la representatividad del conjunto estudiado viene marcada por el
IR (fndice de recuperación) de A. Morales (32). l.a. clasificación de los restos más conflictivos la hemos solventado con nuestra colección de referencia y con la consolta de Bóessneck, Milller y Teichert (33) ante la delicada distinción de ovejas y cabras en algún caso.
LAS EXCAVACIONES
El yacimiento de la meta posee una larga tradición de excavaciones arqueológicas enraizadi
en el afio 1931, cuando F. Figueras Pacheco emprende la primera campafta. En 1945 se detiene
esta labOr basta que el Dr. Enrique A. I:Iobregatla retoma en 1974, prosiguiéndola hasta nuestros
dfas. Pe las primeras campaftas nos han llegado pocos materiales, teniendo que aguardar hasta
el afio 1974 para que los fondos del Museo Pto\'incial alicantino sobre el yacimiento se vean tras-
(28) K. H. HABERMEHL: Al~rbestimmung bei JiJzus und l.abortkren. 2. Aufl, Berlin·Haroburg, 1975.
(29) J. M. E.WBANK, D. W. PmwPsoN y R. D. WfiiTEHOUSE co. E. S. Hioos: Sheep In tbe !ron Agc: a Mcthod of
n
Study. Procudlnf$ of the Prehistoric Society (N.S.), 30, 1964, pp. 413-426.
(30) A. v. o. DRJESCH: A gulde to the meosuremenJ ofanilfut/ bones from Archa«Jioglca/ sites. Peabody Museum .Bulletins, Bulletin J, Harvard University, 1916.
(31) J. Al.ruNA: Historia de la domesticación animal en el Pals Vasco, desde los odgenes hasta la Romanización. Mu·
n~. 32, fase. 1 San SebastiAn, 1980, pp. 9·163.
·2.
(32) A. Mo.JW.&: Contribución al estudio de las faunas mastotóOiógicas osocladils a yacimientos prehistóricos espaflo/es. 'Thsi$ Docloral, Madrid, 1976.
(33) J. BoESSNF.Cit, H. H. MUJJ.ER y M. TEI:omRr: Diferencias osteológicas entre ovejas (Ovis aries L.) y cabras (Olp3
bircus L.). Ciencill en Arr¡u«Jiogfa, 1980, pp. 338·366.
- 123-
[page-n-124]
M. BENITO IDORRA
cendenta1mente incrementados. Los restos que aqui presentamos pertenecen a dos de las campañas
.más interesantes: la de 1979 y la de 1982, ·ta.rt.to por la gran cantidad (le re.stos' .recuperadO$ como
por su origen en niveles intactos claramente identificados en el segundo milenio antes de J.C. y
situados en el área Norté de la isla. Esta zona se veda trUncada en una época indeterminada con
la pérdida.de una parte de su superijcie, Ja misma que la uniría al mar convrrtiéndola en up.a peqüe}fia península, pues al parecer han aflorado parte de los restos al otro lado del estrecho brazo terrestre que la mau.ti~ne unida a la costa ªctua_I. La dilatada vida de la ísla se virtualiza en su posterior
reocupación ibérica -en cuya época aparece como foco religioso y oomercial plent> de matices y
sugerencias arqueológicas que el Dr: Llobregat v.iene explorando en los últimos años-, de la q,ue
nos ha llegado una reducida cantidad
cor~poadie.ntes ál Bronce Argárico-Bronce Valenciano, por una parte, a restos de viviendas rectangulares que s-e insE
en el Bronce antigU0 7 de raigambre lOcal e influencias argárieas, una posterior deshabitación en
el Bronce ~:>leno hasta los mQmentos del Bronce tardío y quizá los iniCios del Bronce final 1, tras
e1 cual vuelve a abandonarse. De todas maneras, lo más importante C$ la homo~~neidaq del tl:{a~rillJ
estudiado, idéntica característica que se aprecia en la fauna, subrayada por su procedencia de la
zona de habitación del poblado. Es la llletá, pues, un núcleo controvertido en los. tiempos del Bronce, de uso discontinuo pero atractivo por su rara ubicación, que confirma la regla general, espectacular por los resultados alcanzados en el presente estudio preliminar.
ESTUDIO DE LA MUESTRA ARQUEOZOOLÓGICA
El comportamiento de la muestra objeto de nuestro es(udio atendiendo al alto fndi~ de ident~
ficación de restos óseos en las dos campafias estudiadas, lo podriamos calÍficat de ampliamente
satisfactorio. Es claro que al tratár.se de-muestras recogidas al azar de entre el amplio conjunto
recuperado, se ven afectadas de la aleatoriedad consiguiente en cuanto al módulo o v-olumen a
considerar por un lado, y a la presencia de alguna otra especie aquí no reflejada por otro; en cambjo. los argumentos de orden paleoetnológico o de reconstrucció_n del medio en el que el h.om.bre
se desenvuelve 'y la afectación del PJ"imero s.obre el seg.undo o viceversa, son, a n.uestro juicio, bastante representativos de una realidad, la del mundo del Bro~ce .alicantino, muy poco conocida desde
el enfoque arqueo$>ológico y 16s datos por él aportados. Dentro de un tiempo, nada lejano, poseeremos una visión tada vez má$ real de las CQStumbres y formas de vi
unos procesos pale<>cfunáticos, medioambientales y de recursos sustancialmente diferentes,.a,medida gue los estudios arqueozoológicos en curso tomen carta de naturaleza.
Debemos indicar, en primer lugar, el relativo fraccionamiento de los restos estudiados en eL
m.ismo pl"OCe§io
misma circunstancia ha originado gue un cierto nÚ1IIeTO de fttgmentos de una misma pieza se ha'yan. perdido itrémisiblemente en el momento de su éxtraceió_n7 por lo gue se ha producido una de
(l4) LLOBJ(EOAT: 0p. "Cit. :nota 22.
-124 -
[page-n-125]
FAUN"A DE LA BDAD DBL BRONCB DB U ILLBTA DBLS BANYETS
7
las causas que en mayor o menor grado influye en los sistemas selectivos sobre el material óseo:
la selección artificial. Todo este tipo de problemática junto a la compleja trama de las campafias
de excavación, realizadas hace aftos bajo cambiantes criterios en función de los medios disponibles,
marcadas por pautas científicas no unitarias en referencia a la designación de unidades estratigráficas y sectoriales, a la vez que la supuesta pérdida de otros fragmentos, nos ha abocado al tratamiento global del conjunto óseo para las dos campaftas indagadas: La de 1979 y la de 1982 -ésta con
un número mayor de restos extraídos-. Es evidente que las matizaciones espaciales o cronoestratigráficas quedan fuera de este avance excepto en la campai'ia de 1979 donde el denominado «Sector
E» parece corresponder a un conjunto cerrado diferenciado. Por todo ello, La valoración cultural
global es la que este estudio reproduce, avalada además por su singularidad frente a otras etapas
culturales bien espaciadas en el tiempo.
Aceptando que parte de los restos provienen de una especie de conjunto cerrado denominado
«Gran Casa» por el excavador. probablemente una vivienda del poblado, han sido identificada.s
nueve especies, tres de ellas salvajes -ciervo, íbice y conejo-, que se refieren en NR (n.o de restos), NMI (r:t. 0 minimo de individuos), IR (índice de recuperación) y porcentajes como sigue.
El NTR (n.0 total de .restos) ha sido de 85, de los que 75 han resultado ·identificados
- 88'2%- y 10 - 11'7%- no lo han sido. Ello constituye un IR de 13'3 altamente representativo.
NR
Especie
Equus caballus
Bos taurus
Ovis Aries
Capra hircus
.
.... . .
..- •
o
•
••
•
•
o
••
•
••
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o
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•
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o . ,.
••
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•
••••
•
•
o
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..
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...
o
Oviskapra
•
•
o
..
o
o
o
o
o
..
o
.
o
o
o
o
o
••••••••
........................
Sus domesticus . . . . . .. .. . ... . .... . .
Ca"fi "f . ...... . .. • ..........
nzs amz Jarls
Cervus elaphus ..... ... ' ... ... ... ..
Capra pyrenaica ... . ... ... ....... ..
Oryctolagus cuniculus ...... ........
Total . .............................
%
NMl
%
24
12
32'0
16'0
1'3
8'0
9'3
5'3
3
3
1
3
]
6
7
4
2
17
1
1
75
2'(i
1
22'6
1'3
6
1
10'7
10'7
3'5
10'7
17'8
14'2
3'5
21'4
3'5
1'3
1
3'5
100'0
28
100'0
5
4
Tabla l .- NR, NMI y % de las espedtS de la campaña de 1979.
Esta ca.mpafia ha sido la que .más problemas ha planteado a causa de las complicaciones surg~
das en el proceso de excavación; ya hemos expuesto antes este extremo. Sectores y niveles estratigrá-
ficos sin diarios de excavación de referencia conforman una urdimbre que nos ha llevado a una
estimación de conjunto ele la muestra. Sin embargo, existe una uniformidad contundente entre los
resultados y conclusiones de las dos campafias que nos capaci~ para afianzar el concepto de
-U5 -
[page-n-126]
,M. BENITO IBORRA
%
50
.NR 1Q79
0 NR1982 .
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Fig. 1. -Propordones comparadas del número de restos y número mínimo de indh'iduos entteJas campañas de
1979y 1982.
<
La e~cw¡a variación con ia muestra anterior radica en la consideración de dos nuevas especies:
1a liebre y la sepia común, cuyo ínfimo porcentaje no ha sido determinante, sa.Ivo en el ca,so cualitativo de la sepia.
El NTR es de 80, lo que significa un 100% de identificación y un IR= O, al haberse clasificado
todos los que ofr~ía la muestra. Estos valores denotan su bajo fraccionamiento y son otro elemento
-~ tener en cuenta si Jo relacionamos con otras épocas.
De forma general, las proporciones de las ~pecies más representativas apen~s experimentan
variación a.Jguna. Acaso resaltaríamos Ja mayor concu:uencia de huesos de caballo y el equilibrio
~ntre las proporciones de buey y cier,vo. No se han detectado además restos de oveja, lo que no
signifiéa que no vayan surgiendo conforme transcurra ~~ estudio definitivo del material f~unistico.
Especie
NR
Equus cabaUus
/JOs taurus
Capra hircus
Oviskapra ....... .. ... ........ . ...
SU$ domesticus . ... .. ... .. ...... ...
••••
••••••
¡
o
o
o
••
•••
••••
o
•
o
o
••••
•••••••
o
o
••
•••
•••••••••••••••••••••
C(l1fis [amiliariJ
................ ....
Cervus .elaphus
Otyctolagus cuniculus ....... .. ......
Lep~ aapensis ....................
Sepia offlcinalis .. ...... ... . .......
Total
•t• .
••••••
• • • • • • 3' .
••••
•
t
•••••
•
••
¡¡ • • • • • • • • • • • • • • • • •
%
NMI
%
40
10
50'00
12;50
5'00
6'25
5'00
1'25
15'00
1'25
8
5
3
15'8
16'1
9'6
9.'6
12'9
3'2
9'6
3'2
4
5
4
1
u
1
1
2
80
3
1
1'25
1
3'2
2'50
100'00
2
31
6'4
100'0
'lllbla 2.. NR, NMI y % de la muestra estudiada de li. Campiüla de 1982.
-126 -
3
4
l
'
[page-n-127]
FAUNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA U..LETA DELS BANYETS
NR
9
NMI
ganad erra
ganaderra
71%
74%
caza
22%
pesca
pesca
1%
4%
Fig. 2 • .SiguJ.Dcad6n de lu adividades ec:on6micas según lu proporciones del número de restos y el número
núnlmo de iDdlvlduos. Datos conjuntos de las dos campañas.
RELACIONFS ENTRE LOS GRUPOS FAUNISTICOS
Las actividades desarrolladas por los miembros de la colectividad de la DJeta, ordenadas por
grupos de animales caracterizados, definen una comunidad preeminentemente recolectoradepredadora. la producción y la transformación de la materia animal, además de los factores asociados que revierten en la construcción de un modelo general, aparece en un segundo plano. La
abundancia de caza y ganado colmó un capitulo crucial en el mantenimiento comunitario, mientras
la agricultura, no por netamente deducida, inexistente, complementaria la estructura fundamental,
de ~emoria más antigua.
Ganaderia
NR
%
NMI
%
117
75'48
43
72'88
Pesca
Caza
NR
%
NMI
%
33
21'29
13
22'03
NR
2
%
NMI
%
1'29
2
3'38
Jabla 3... NR, NMI y JIOIUIII.ijes de las actbidades del hombre de la meta en ambu campalu de txCiftd6a.
LA EDAD DE LOS AN1'MALES
El cálculo de la edad de los individuos de las diferentes especies en la muestra estudiada no
ha supuesto variación alguna entre las dos campaftas. Es así que Jo hemos considerado conjunta-
- 127 -
[page-n-128]
ovicaprinos
su id o s
3
equinos
b9vlnos
n• lndi\>idu:.s
4
8
3
2
o- ··
Fig. 3. -Representaclón de la edad de sacrificio de los principales grupos anbñáles eJi reladón ar número de
individuos. Datos conjuntos de las dos éálllpaftas.
mente con la finalidad de extraer una -visión mucho más acertada de lo que fue aquella realidad,
aunque sólo sea de forma aproximativa. En la mayoria de los casos nos hemos fundamentado en
el examen del estado de desgaste de la dentición; de forma puntual lo hicimos en el estado de fusión
epiflsial de un radio de caballo. El .resn!tado ha sido el que sigu_e:
Ovicaprinos
Grupo ID (8-16 meses)
1
Grupo ID-IV (15-18 meses) ··· ·· .. . . . ... . 2
Grupo IV (17-24 meses) ............. .. . 2
Grupo VI (más de 26 meses) • ........... 2
Grupo VI-VII (adultos no viejos) .. ... ... 1
rorAL ........ . ................... 8
Suidos
0-6 meses . •. . . . . . .. . ... . .... ... .... 2.
20-24 meses
1
TOTAL .... ... ... .. .............. 3
Bovinos
27-30 meses . . .... •. • . . .. . ..... . ....... 1
más de 30 meses . . ....... . .. .. .. .... . . 1
más de 4 afios ... . ....... . ......... , ... 4
Equinos
1 afio .. . .. . ... . . .. ... . ............. 1
unos 4, afios ....... .. ... .. . . .. . ...... 2
más de 5 afios .... . .......... . ... . .. 1
TOTAL .......................... 4
•••••
o
•••••
o
•••••
T()'])\L ...................... ... ...
6
o.
-128 -
o
o
••
•
o
•••
•
•••
o
•••
o
o
••
o
o
[page-n-129]
11
FAUNA DB LA EDAD DEL BRONCE DB LA ILLBTA DELS 8ANYETS
A través de la fusión epiflSial se ha asignado un radio de caballo a la edad de menos de 3
afios y medio.
Como observamos, existe una gran homogeneidad a la hora de elegir una edad de muerte de
cada tipo de ganado, mayoritariamente sacrificados en edades infantiles y juveniles. Cerdos, ovejas
y cabras muestran este comportamiento debido a las caracterfsticas intrínsecas de estas especies,
cuyo rendimiento cárnico a estas edades si no es todo lo elevado que debiera si cubre las necesidades
consumistas de la comunidad. No deducimos, sin embargo, una direccionalidad cultural definida
hacia una provisión de carnes tiernas, conducta que contemplarla otro tipo de connotaciones etnoculturales que sf. hemos podido argumentar en otros periodos históricos. Esta afirmación puede
atisbarse en las edades de sacrificio del ganado mayor; bueyes y caballos fueron casi exclusivamente
sacrificados en edades medias, sin haberse identificado por el momento animales notoriamente viejos. Es, por consiguiente, nuestra creencia) que nos encontramos ante gentes con un.evidente afán
de producir carne para abastecer casi únicamente a la comunidad con una cantidad de eUa suficiente para el alimento de la misma por un tiempo más o menos largo. Con ello se lograría la crla
del ganado con un enfoque que no fuera otro que el sacrificio ae los ejemplares por él producidos
para suministrar carne, al mismo tiempo que también se conseguian las pieles para su protección,
especialmente de cabras, bueyes y caballos, sin olvidamos de los animales cazados, sobre todo del
ciervo.
EL SEXO DE LOS ANIMAL.ES
La contribución de esta variable a este estudio previo acerca del material faunistico de la Edad
del Bronce de la Illeta no es en absoluto concluyente, si bien infiere aJgo esencial que perfila aún
más el esquema configurado hasta ese momento sobre esta sociedad. Validos de la identificación
directa~ única posible cuando el ncímero de restos mensurables no es muy elevado, hemos podido
saber que no existe una clara predilección de uno u otro sexo a la hora del sacrificio del ganado.
Otro tanto ocurre con el ciervo. Esta singular tendencia aboga de esta forma por una relativa simplicidad en el control y racionalización de la mentalidad ganadera. Ello significa una inclinación práctica hacia la procuración de viandas que indudablemente no distingue los sexos.
Ocho fragmentos han resultado útiles en la distinción de machos y hembras, los cuaJes han
dado los siguientes datos teniendo en cuenta sus poincidentes caracter.lsdcas morfológicas:
Caballo
pelvis
Cabra
clavija ósea
clavija ósea
~
Ciervo
Cerdo
maxilar
mandlbula
colmillo inferior
~
pelvis
pelvis
~cf
2
-129 -
e!
~
[page-n-130]
J2
M. BENITO lBORRA
CONCLlJSIONFS INICIALES
Este primer cuadro acerca de la funcionalidad, vida cotidiana, costutnbres' y prefe~ncias, de
un tipo de comunidad de la Edad del Bronce, como la de la DJeta nos ha posibilitado el acceso
a una sociedad de peculiares comportamientos_, basta ahora desconocidos por nosotros. Una situa·
ción nueva que abre extraordinarias pe~tivas a la nimia investigación arqueozoológica en unas
etapas dt nuestra Prehistoria continuamente :revisadas, reajustadas o incluso reformuladas. Si la
abundancia de el:cavaciones y estudios acrecienta las posibilidades de registro de los materiales,
aún queda trecho por recorrer en el conocimiento de un periodo de la Prehistoria levantina vasto
donde la intercomunicación y el intercambio de influencias con otras zonas peninsulares es cada
vez más evidente.
la información suministrada por este estudio, nada definitivo, nos percata de algunas coincidencias enue diStintos núcleos de población coexistentes que demuestran cierta cohesión en sus
estructuras etnoculturales, aun cuando son diáfanas las matizacione&, entre poblados que ejercen
una tendencia u otra a la hora de la predilección por una especie concreta. Los cimientos sobre
los que se sustentan comienzan a dibujarse en el horizonte de la investigación basada en los estudios arqueozoológicos hasta ahora efectuados:
1.0 Una notable dependencia del medio natural, con valores aproximados que oscilan entre
el 10 y el 25% en Cabezo Redondo, Pie deis Corbs e IDeta de Campello.
2.0 Una grao presión cinegética sobre el ciervo, próximo a cotas alcanzadas por alguna de las
especies domésticas más consumidas.
3.0 Ooa verdadera especialización hacia los équidos con fipes de aprovechamiento cárnico,
algo novedoso respecto a los asentamientos neoliticos y eoeoliticos de forma general. Esta
propensión a la especi~ detectada ya en el neo-eneolltico de Fuente Flores con idénticos
criterios precisa de un control directo de las manadas, por ~te motivo quizá ya domesticadas.
4.0 Una clase e intensidad de fragmentación ósea que permite un aprovechamiento medular
y de masa encefálica tanto en Pie dels Corbs como en la llleta. la imPQrtancia de la aplicación de técnicas arcaicas en la fragmentación - golpes de fractura- combinadas con el
uso de objetos de metal, nos describe unos grupos humanos conservadores de una filogenia
cultural primitiva, en sentido evolutivo, una memoria que convive con técnicas más moderQ~ de. troceado unidas a una tecJtologfa más precisa, que en la Dieta la atestigua la gran
proporción de utillaje metálico.
5.0 La uniformidad en la edad de sacrificio de los animales, extensible a todas las especies domésticas. Dificilmeotc llegan a las fases seniles, predominando los individuos jóvenes y
adultos-jóvenes, en unas edades medias donde se consiguen óptimos de crla plenamente
rentables para el consumo. Esta estructura es la imperante en la llleta, que junto con la
variable del sexo, no denota una clara regulación de los reba:ftos de ovicaprinos en otras
direcciones~ al menos no están bien defmidas. El Pie deis Corbs ofrece un esquema muy
parecido, acaso se da un leve aumento en la edad de sacrificio. La idea de una máxima
disponibilidad de recursos parece flotar sobre ambos poblados.
6. 0 La constante aparición directa o indirecta de perros en este tipo de medio humano. La pose"
sión de per¡os es as_í corriente en el devenir de la vida del poblado. Sin duda, auxiliarfan
al hombre en el desarrollo dé acciones de caza o actuarían en la vigilancia del perimetro
d_e la instalación.
- 130 -
[page-n-131]
F,!\UNA DE LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLETA DELS BANYETS
L3
Retomando la discusión sobre la IDeta y los resultados de este estudio, diremos que no vislumbramos la utilización incuestionable de algún ejemplar de buey en labores agrioolas de tiro o arrastre. Tampoco del caballo. Los sfntomas de los gue disponemos no reflejan por el momento una
orientación económica fundamental hacia la agricultura de las gentes de la Dieta. En otros periodos
esta actividad suele estar muy relacionada con la presencia en la muestra de bueyes viejos y fuertes,
como suele ser normal cuando un ejemplar es reservado a estas tareas. En el material de la Dieta
no hallamos nada semejante, más bien, la única meta verosimil que refieren los cuadros de edad
del ganado mayor es la alimenticia. Lo mismo cabe afrrmar del ganado de cerda y del rebano de
ovejas y cabras. .Estas últimas son las más numerosas en la cabafta ovicaprina, confirmando tal
vez su elección por causas geográficas al ser animales perfectamente adaptados a la sinuosidad e
irregularidad de la superficie que rodea al poblado. Además, en este tipo de estructura de aprovisionamiento proteico constante, la cabra posee un notorio rendimiento lácteo que diversificarla el
aporte nutritivo. la d_
iferencia con el Cabew Redondo de Villena, situado en una elevación montanosa de una wna del interior levantino de tránsito a la meseta, se centra en la aplastante mayoria
de las ovejas y las cabras en detrimento de las d.emás especies y la escasa representación del caballo,
superada por el buey. Alll, como vemos, las necesidades son distintas; el medio ecológico también
difiere por la aparición del corzo y de aves de humedal, lo que para el primero denota unas masas
forestales interiores más densas. Ambas zonas aciertan en la generalizada caza de ciervos. En la
llleta no es una dificultad insalvable el alto porcentaje de ciervos cobrados, puesto que no están
excesivamente lejanas de la costa las tierras más elevadas -el cingulo montañoso que rodea Alicante sirve de barrera climático-meteorológica natural de gran trascendencia para el mantenimiento
de un.as condiciones pluviométricas óptúnas que permitieran el desarrollo de una importante cobertura veg~tal de tipo medite~ráneo-. A todo ello hay que sumar 1a relativa asiduidad de la caza
de conejos en el Cabezo, que es casi testimonial en la illeta. El Ibice, presente en la )lleta, seria
asimismo cazado en La móntafta interior, donde los grandes desniveles no harían nada fácil su localización y captura.
Un tema sugestivo radica en la posibilidad de dotar de un relativo valór mágico o religioso
al enclave de la llleta en la Edad del Bronce. No sólo la existencia de un número importante de
tumbas en la zona Norte de la isla, hecho habitual en los poblados del Bronce, podria iniciar este
tipo de formulaciones por si solas, sino que el hallazgo de un húmero humano eón signos evidentes
de descuartizado o eJ apenas esbozado consumo alimentario del perro no son bazas que se puedan
recha~ar rotQndamente. A medida que los datos y la propia investigación vaya progresando, iremos
dando respuesta, en Ja medida de lo posible, a toda una serie de incógnitas glie han quedado aquf
provisionalmente enunciadas.
En defmitiva, los habitantes de la Jlleta de Campello en la época del Bronce disfrutaron de
la tenencia de animales con una finalidad básicamente alimenticia. Acaso ello les orientase, una
vez cubierto este capitulo, hacia la caza, la pesca de litoral en menor medida, y una probable agricultura imposible ahora de cuantificar al no estar reflejada en el material de fauna estudiado. Esperemos que dentro de un tiempo estas cuestiones resulten algo más diluciUadas.
-
i3l-
[page-n-132]
14
M. BENITO mORRA
ANEXO: TABLAS OSTEOMÉTRICAS
EQUUS CABALWS L
Maxilar con
L
A
Campafla
p1
34'9
21'2
79
Vértebra cervical
LMPa
118'4
Campafta
82
LA
L
A
Camp.
Escápula
LS
AS
LmC
LMP
Campafla
Pelvis
LAR
Campafia
w
Serie P-:W
L
30'1
A
24'4
Camp.
82
65'2
57'0
79
M3
25'2
24'3
82
L
A
Camp.
Húmero
AT
71'9
Ad
76'9
Campafla
82
51'0
44'0
54'1
83'8
79
MetacaFp
43'4
Campafia
79
24'3
21'0
79
LM
AM
Camp.
52'8
Metatarso
Ad
43'3
Campafta
82
82
Falange 1
17'5
44'8
43'9
32'9
30'2
40'2
38'1
p
79
LM
51'0
82
Ap
ASp
Ep
AmD
Ad
ASd
Cm! p.
757
45'9
44'3
34,4
'
29'1
38'4
39'1
a
79
82
82
49'6
Campaffa
Calcáneo
102'1
50'7
51'0
82
82
25'3
21'1
82
Radio
62'1
ASp
ASd
Campafia
Astrágalo
HM
56'4
57'7
AM
Lníl'
56'5
AFé:l
23'0
19'6
82
49'0
45'8
30'0
Falange 3
56'2
LM
61'8
AM
24'7
LF
39'5
AF
p
Camp.
40'0
39'1
p
p
79
82
Bos TAUllUS L.
Clavüa ósea
DMB
17'2
DmB
56'1
Campafla
79
Húmero
M3
L
A
CaJnpaña
-132-
32'3
11'0
79
AT
Campafta
70'8
82
82
[page-n-133]
FAUNA DB LA EDAD DEL BRONCE DE LA ILLBTA DEIS BANYETS
Radio
Ap
74~1
ASp
67'8
82
Campaiia
Falange 1
57'7
29'1
23'6
LMpe
Ap
AmD
Ad
49'7
21'4
25'2
a
82
a
82
Campaiia
IS
0VIS ARIES L.
Tibia
Ad
Camp.
22'6
79
CAPRA HIRCUS L.
DMB
DníB
Campaiia
Clavüa 6sea
22'3
29'6
16'1
18'6
79
79
Fémur
26'9
Ad
18~0
Campaiia
34'8
79
82
F4/ange 1 anterior
L'Mpe
34'6
Ap
11'2
9'1
AmD
11'4
Ad
Campaiia
82
OVIS/CAPRA
MandfbuTa
Hmd
Mandfbula (Cont.)
11'2
20'2
23'4
79
HaM1
LPr P4
Campaiia
HmD
HaM¡
HpMs
LM3
10'9
19'1
ÁM3
Campaiia
79
Radio
11'9
20'2
34'3
23'3
7'8
82
CANIS FAMU.IARIS L.
SUS DOMFSTI'CúS L.
Atlas
H
Campaiia
14'1
Anill
Campaiia
Pelvis
LA
AmCt
36'9
82
Campaiia
-
133 -
24'2
7'9
79
19
[page-n-134]
16
M. BENITO IBORRA
CERVUS ELAPHUS L.
Pelvis
Rildio
Ad
ASd
Canip.
48
45'8
82
LA
AA
AmCI
Camp.
Tibia
52'9
Ad
Camp.
47'2
42'3
79
Astrágálo
40'6
79
lPl
79
LMl
LMm
El
Ad
79
Camp.
Calcáneo
AM
Cámp.
27'0
82
Metacarpo
Ad
Camp.
38'4
79
Falange 1 anterior
Metatorso
Ap
Ep
Camp.
33'0
33'1
38'1
79
36'2
82
LMpe
Ap
AmD
Ad
Camp.
ORYCIOLAGUS CUNNICUWS L.
LEPUS CAPENSIS L
Pelvis
Pelvis
LA
AA
Camp.
LA
U'4
AA
914
8'2
79
10'4
9'7
82
LRC
Carñp.
-134 -
45'1
42'2
25'2
28'3
82
48'6
17'8
15'2
18'1
79
[page-n-135]