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ALEJANDRO RAMOS FOLQUES
(Elche)
Fragmento de escultura ibérica de Elche
Son frecuentes las noticias conservadas relativas a la utilización en
edificios modernos, de materiales procedentes de murallas y otras construcciones de la antigüedad.
Respecto a Elche, nos dice lbarra Manzoni ( 1). refiriéndose a La Al cudia, «que aquel sitio ha servido cual so fuera una inmensa cantera, a
los habitantes de Elche, y es indudable que las casas de las i,medoacio
nes, y las situadas en la mayor parte del término, que cae hacia el me·
diodia del pueblo, sin contar con otras que podríamos señalar, construidas
en nuestros dias, en el interior de Elche, se han levantado a expensas de
aquellas construcciones antiquísimas, que elevara un día el artífice roma·
no. Y cuando consumieron las paredes que descol laban sobre .la superfi·
cie de la tierra, como quiera que los materiales de construcción en Elche
proceden de puntos algo lejanos, ahondaron en busca de lo que entre la
tierra se escondía, llevando la desolación hasta sus mismas entrañas, bo·
rrando así casi por completo, los restos de lo que alli había exi~tido•
El Regidor de esta villa, Cristóbal Sanz (2). expone este mosmo cri·
terio en el año 1621, al decir: «Además de estas piedras (se refiere a
unas inscripciones en piedra procedentes de La Alcudia) tengo noticoa de
haberse hallado, levantando y abriendo unos cimientos de San Salvador,
una piedra picada de altaria de 7 palmos y de 3 de ancho con
(1) A.. mARRA MANZONJ : "lllici, su situad6n y anti¡ilcdadcs". Allcanoe, 1879,
pJgim 134.
(2) C. SAN'l.: "Excelencias de la V"illa de Elche". Ms. del afio 1621 en Archivo
Municipal, p4g. 119.
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una figura de hombre armado, de medio relieve, y un letrero en latin
que vertidas sus letras dccian en romance : Jacobo de Bellorbin, hombre
de armas de Julio CéS
Alcudia se halló otra piedra con un rostro y un letrero que decía. VEN IT
AUGUSTUS. Y pocos días ha, abriendo unos cimientos muy hondos ,¡n
casa de Andrés Sorrutto, genovés, se halló un toro de piedra ptcada que
por poca curiosidad de los jornaleros le sacaron hecho cuatro pedazos
como yo le vb> .
En el año 1802 y en el partido de Vizcarra, inmedtato al de La Al·
cudia, fueron encontrados por doña Baltasara Martín Cortés, unas esculturas representando un le6n y una mujer sentada, asi como un relieve
con un jinete, de cuyo hall;~zgo dto cuenta a la Academia de la Historin.
Y entre los «.Pape!es Curiosos», colecctonados por !barra y qup se guardan en el Archivo Municipal de Elche, hay una nota en la que se dice
que «en la casa de doña Baltasara Martín Cortés, se conservab~ un león
de piedra y otra figura. En la calle del Horno se conservaba una figura
di' mujer, la casa está a mano izquierda y la estatua en el corral» Estas
piezas debían ser las encontradas por dicha señora en Vizcarra.
No hace mucho fue hal lada, frente al Parque Municipal de esta ctudad, una leona, la que supongo procedería de La Alcudia, y después, ;:¡J
hacer las zanjas para la cimentación de un edificio en la Glorteta d:! José
Antonio, esquina a la calle de Sagasta, se ha encontrado un fragmento
de escultura ibérica.
Se trata de una pierna vigorosa de un guerrero, desde la rodilla al to·
billo, en piedra arenisca, provista de un guarda-piernas y en su parte Inferior hay los dedos de una mano que la sujeta por el tobillo. La guarda
se halla decorada por un festón de cintas entrelazadas fotmando óvalos
y un punto en el centro de cada uno de ellos. Dicha guarda se sujeta a
la pierna por unas bridas de cuero anudadas a un lado (lám. 1) .
Esta forma de sujetar la guarda tiene un paralelo en otra figura de
La Alcudia; el torso de un guerrero que sujeta el pectoral con la pieza
del dorso por medio de unas br!das muy semejantes a las de la guarda
de la pierna (Lám. 11, a) .
Representaciones de guerreros que lleven guardas en las piernas las
encontramos en el ánfora de And6cides, representando una lucha de heroes. El Marte etrusco, en bronce, del siglo IV antes de J C., que :;e
conserva en el Museo Arqueológico de Florencia, tiene tambtén guardapiernas que arrancan desde más arriba de la rodilla hasta el tobillo, teniendo un festón de puntos a su alrededor y unos sencillos dibujos. También muestran guarda-piernas las estatuas de dioses o héroes etruscos,
en cerámica pintada, en el Museo Metropolitano de Nueva York.
El tema que decora la guarda de la pierna de guerrero qu!' nos ocu
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J'AAGMENTO DB I!SCUL'I'UIIA lBI!lUCA
3
pa, la vemos en distintos monumentos. En la basa de columna de la es·
calinata de Sendchirli, que consta de dos toros o almohadones adornados
con molduras colgantes a modo de hojas, entre las cuales hay otro almo·
hadón algo remetido, que lleva un trenzado con rosetas en los ojales. Las
obras exhumadas en Sendchirli, la antigua Samal, llegan desde mediados
del siglo XIII hasta principios del VIl a. J. C. (Lám 11. b).
En un relieve caldeo, de Tello, que se guarda en el Musco del Louvre, hay un trenzado de cintas; como temas de origen tecnico, dice Woermann, son patrimonio de Mesopotamia la cinta y la trenza.
Tambien en el templo antiquísimo de Termo, construido enteramente de madera y cer6mica, dórico arcaico, tiene decorando la cima este
ornamento de cintas en forma de eses enlazadas y en el centro de cada
círculo un punto (Lám. 11, f)
En un vaso de Susa, con la roseta que representa el cáliz: de la flor
femenina de la palmeta, según Pijoan, hay una cenefa en la parte superror formada por cintas enla-zadas, con punto en el interior de cada dr·
culo (Lám 11, e).
El mismo motivo nos ofrece una placa de marfil en la que hay representado un monarca asirio y a los lados de la figura, adornos asirios
de cintas y de granadas (Lám. 11, g).
Las cerámicas asirias tambiél'l nos ofrecen Interesantes paralelos de
este motivo ornamental del guarda-piernas ahora encontrado Procedente
de Kalakh, en Asiria, es una placa de cerámica en la que hay representa do un monarca, y en la parte inferior, la cinta enla:r:ada, con el punto interior (Lám. 11, e) Y lo mismo se puede observar en las placas-clavos,
de cerámica, de tipo religioso o mágico, del revestimiento de un edificio
asirio, hoy en el Museo Británico, según Pijoan (Lám. 11, h, i)
En los adornos de los vasos rodenses se adv1erte la gradual transformación de las espirales en zarcillos. Además, aparece la cinta entrela:r:ada
asiria. En el conocido plato de Euforbo, que se guarda en e l Museo Británico, dos guerreros luchan por el cadáver de un tercero. Las inscripciones anejas delatan que se alude a la lucha de Héctor y de Menelao por
el cadáver de Euforbo. Esta escern~ se halla sobre un friso de cintas enlazadas, según Woermann (Lám. 11, k) (3).
El mismo autor nos dice: «La pintura de Clazomenas, junto a Esmir·
na, es la que aparece a mejor lu:t, entre las ciudades costeras de Asia
Menor».
La marcha de esta pintura se puede seguir hasta el siglo VI. Los
grandes sarcófagos cla:zomenicos de barro, de los que hay varios en el
(3) K. WOERMANN: '"Histori> d
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Museo Británico y en el de Berlín, confirman su relación con el arte cerámico rodense el hecho de que el más antiguo de estos sarcófagos procede de Rodas, pero lo confirma ante todo el parentesco de su ornamentución con la de los vasos rodenses. En esta ornamentación encontramos
el meandro en la forma más sencilla y en la más complicada, y también,
las cintas entrelazadas con círculos concéntricos a guisa de «OjOS» (Lámina 11, j).
Ya más simplificado encontramos este tema en un vaso ático procedente de una tumba de Eleusis, de mediados del siglo VIl antes de J . C.,
en eJ que este motivo aparece sin pun to dentro del círculo formado por
una linea blanca y otra negra.
Este motivo de cintas enlazadas se nos ofrece en nuestra península
en Osuna, en un elemento arquitectónico formado por dos sillares, con
elementos decorativos «Cuya ascendencia fenicio-chipriota es evidente.
Sobre la fecha es dificil pronunciarse, dados los pocos elementos de juicio que tenemos sobre las circunstancias de su hallazgo, pero no deben
de datarse en fechas superiores al siglo 111 antes de J. C. Yo me inclino
por una data ya romana» (4) (Lám. 11, d).
También se halla este elemento decorativo, a base de Jineas triples
onduladas, en una urna cineraria con dibujos Incisos de la necrópolis de la
Osera (5); y en un vaso pintado de Numancia con cintas enlazadas, sin
punto en el Interior de los óvalos, del Museo Numantino, en Soria (6).
Sin el punto en el interior de los óvalos y muy esquematizada la cinta, se nos ofrece este tema en un fragmento de cerámica ibérica, encontrada en el nivel inferior de La Alcudia, correspondiente al poblado
en el que, con estas cerámicas, aparecen las esculturas de tipo ibérico al
que corresponde la pierna de guerrero que nos ocupa, y al que en general podemos asignar una data del siglo IV antes de J. C. (Lám. 11, 1).
Este tema decorativo, que también se encuentra en un ánfora griega
decorada en relieve del siglo VI antes de J. C., existente en el Museo
del Louvre, desaparece en los monumentos y vasos de épocas posteriores, reapareciendo más tarde en la tumba de los Pancracios de la Via Latina, en Roma, en el último siglo de la República romana, en la que se
presenta este motivo, pero con ciertas variantes· lineas de puntos al lado de lineas continuas, y los puntos centrales sustituidos por flores, amor•
cilios y otros motivos. Y también, y ya con relativa frecuencia, en mo-
(4) A. GARCIA y BELLIDO: "La Dama de Elc:hc y el c:onjunto de pleas rdngrcsndas c:n Bspañn c:n 1941". Madrid, 1943, p. 119.
(5) J. CABRB, A. MOLINERO y M. BNCARNACION CABRE: "La necrópolls
de la Osera". Soc. &p. Amrop. Bmog. y l'tcht. XI, Cuaderno 1. Madrid, 1932, p. 21.
(6) A. GARCIA y BELLIDO: "Ars Hispani•c", vol. l. Madrid, 1947, fig, 385.
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oa uan:rou
IJIIIIUCA
5
saicos de 1tálica, Elche y muchos más, de los siglos 11 al IV de nuestra
Era.
Todo ello manifiesta la influencia oriental sobre nuestra cultur
rica, confirmando el origen mediterráneo al entrar en contacto con otros
pueblos de nivel más elevado (7) y como dice San Valero:
no es barbarización de lo romano, sino una asimilación de las culturas de l
Mediterráneo Oriental» (8)
(7) D. FLETOU!R. VALLS : kJ!sudo aaual dd ClOnociaticntD de la cultura il»
r;ca". Primu Symposium de Prehistoria de la P
l'amplona, 1960, p. 19S.
(8} J. SAN VALERO APARISI: "Sobre el origen de la cultura ibécica". Acma de
la IV s«lón de los Con¡resos lruernacioruolea de Cienciu Pre y Ptololúst6cicas (Madrid,
1?54}. Zara¡oza, 19S6, p. 78S.
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RAMOS FOLQU&S.- Esculturn lbhlca de Elch e
LAM. l.
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R;\MOS FOLQUES.-Escullura lbéllca
d~
f:lcbe
a) Toao de ¡;uerrcro. de La Alcudi• (Elche}.
b) Ba"' d: columna de lo csotlinB e) Vaso procedente de Su.,.,
a) FrogmcnLO nrquitcct6nico de Osuna.
e1 P!acn cerórr.iea procedcmc de Knlah (A•iria).
f) Entllbll\mento del temp!o de Termo.
g) Piczo de r
r.arfll, nsiria,
Jr) PlnCll·clovo, osirla.
i) Plnea-c;Jnvo, asirla.
¡) Sarcófago de Cla~omenns
k) Plato de Eulorbo.
LAi'\1. U.
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ALEJANDRO RAMOS FOLQUES
(Elche)
Fragmento de escultura ibérica de Elche
Son frecuentes las noticias conservadas relativas a la utilización en
edificios modernos, de materiales procedentes de murallas y otras construcciones de la antigüedad.
Respecto a Elche, nos dice lbarra Manzoni ( 1). refiriéndose a La Al cudia, «que aquel sitio ha servido cual so fuera una inmensa cantera, a
los habitantes de Elche, y es indudable que las casas de las i,medoacio
nes, y las situadas en la mayor parte del término, que cae hacia el me·
diodia del pueblo, sin contar con otras que podríamos señalar, construidas
en nuestros dias, en el interior de Elche, se han levantado a expensas de
aquellas construcciones antiquísimas, que elevara un día el artífice roma·
no. Y cuando consumieron las paredes que descol laban sobre .la superfi·
cie de la tierra, como quiera que los materiales de construcción en Elche
proceden de puntos algo lejanos, ahondaron en busca de lo que entre la
tierra se escondía, llevando la desolación hasta sus mismas entrañas, bo·
rrando así casi por completo, los restos de lo que alli había exi~tido•
El Regidor de esta villa, Cristóbal Sanz (2). expone este mosmo cri·
terio en el año 1621, al decir: «Además de estas piedras (se refiere a
unas inscripciones en piedra procedentes de La Alcudia) tengo noticoa de
haberse hallado, levantando y abriendo unos cimientos de San Salvador,
una piedra picada de altaria de 7 palmos y de 3 de ancho con
(1) A.. mARRA MANZONJ : "lllici, su situad6n y anti¡ilcdadcs". Allcanoe, 1879,
pJgim 134.
(2) C. SAN'l.: "Excelencias de la V"illa de Elche". Ms. del afio 1621 en Archivo
Municipal, p4g. 119.
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una figura de hombre armado, de medio relieve, y un letrero en latin
que vertidas sus letras dccian en romance : Jacobo de Bellorbin, hombre
de armas de Julio CéS
AUGUSTUS. Y pocos días ha, abriendo unos cimientos muy hondos ,¡n
casa de Andrés Sorrutto, genovés, se halló un toro de piedra ptcada que
por poca curiosidad de los jornaleros le sacaron hecho cuatro pedazos
como yo le vb> .
En el año 1802 y en el partido de Vizcarra, inmedtato al de La Al·
cudia, fueron encontrados por doña Baltasara Martín Cortés, unas esculturas representando un le6n y una mujer sentada, asi como un relieve
con un jinete, de cuyo hall;~zgo dto cuenta a la Academia de la Historin.
Y entre los «.Pape!es Curiosos», colecctonados por !barra y qup se guardan en el Archivo Municipal de Elche, hay una nota en la que se dice
que «en la casa de doña Baltasara Martín Cortés, se conservab~ un león
de piedra y otra figura. En la calle del Horno se conservaba una figura
di' mujer, la casa está a mano izquierda y la estatua en el corral» Estas
piezas debían ser las encontradas por dicha señora en Vizcarra.
No hace mucho fue hal lada, frente al Parque Municipal de esta ctudad, una leona, la que supongo procedería de La Alcudia, y después, ;:¡J
hacer las zanjas para la cimentación de un edificio en la Glorteta d:! José
Antonio, esquina a la calle de Sagasta, se ha encontrado un fragmento
de escultura ibérica.
Se trata de una pierna vigorosa de un guerrero, desde la rodilla al to·
billo, en piedra arenisca, provista de un guarda-piernas y en su parte Inferior hay los dedos de una mano que la sujeta por el tobillo. La guarda
se halla decorada por un festón de cintas entrelazadas fotmando óvalos
y un punto en el centro de cada uno de ellos. Dicha guarda se sujeta a
la pierna por unas bridas de cuero anudadas a un lado (lám. 1) .
Esta forma de sujetar la guarda tiene un paralelo en otra figura de
La Alcudia; el torso de un guerrero que sujeta el pectoral con la pieza
del dorso por medio de unas br!das muy semejantes a las de la guarda
de la pierna (Lám. 11, a) .
Representaciones de guerreros que lleven guardas en las piernas las
encontramos en el ánfora de And6cides, representando una lucha de heroes. El Marte etrusco, en bronce, del siglo IV antes de J C., que :;e
conserva en el Museo Arqueológico de Florencia, tiene tambtén guardapiernas que arrancan desde más arriba de la rodilla hasta el tobillo, teniendo un festón de puntos a su alrededor y unos sencillos dibujos. También muestran guarda-piernas las estatuas de dioses o héroes etruscos,
en cerámica pintada, en el Museo Metropolitano de Nueva York.
El tema que decora la guarda de la pierna de guerrero qu!' nos ocu
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J'AAGMENTO DB I!SCUL'I'UIIA lBI!lUCA
3
pa, la vemos en distintos monumentos. En la basa de columna de la es·
calinata de Sendchirli, que consta de dos toros o almohadones adornados
con molduras colgantes a modo de hojas, entre las cuales hay otro almo·
hadón algo remetido, que lleva un trenzado con rosetas en los ojales. Las
obras exhumadas en Sendchirli, la antigua Samal, llegan desde mediados
del siglo XIII hasta principios del VIl a. J. C. (Lám 11. b).
En un relieve caldeo, de Tello, que se guarda en el Musco del Louvre, hay un trenzado de cintas; como temas de origen tecnico, dice Woermann, son patrimonio de Mesopotamia la cinta y la trenza.
Tambien en el templo antiquísimo de Termo, construido enteramente de madera y cer6mica, dórico arcaico, tiene decorando la cima este
ornamento de cintas en forma de eses enlazadas y en el centro de cada
círculo un punto (Lám. 11, f)
En un vaso de Susa, con la roseta que representa el cáliz: de la flor
femenina de la palmeta, según Pijoan, hay una cenefa en la parte superror formada por cintas enla-zadas, con punto en el interior de cada dr·
culo (Lám 11, e).
El mismo motivo nos ofrece una placa de marfil en la que hay representado un monarca asirio y a los lados de la figura, adornos asirios
de cintas y de granadas (Lám. 11, g).
Las cerámicas asirias tambiél'l nos ofrecen Interesantes paralelos de
este motivo ornamental del guarda-piernas ahora encontrado Procedente
de Kalakh, en Asiria, es una placa de cerámica en la que hay representa do un monarca, y en la parte inferior, la cinta enla:r:ada, con el punto interior (Lám. 11, e) Y lo mismo se puede observar en las placas-clavos,
de cerámica, de tipo religioso o mágico, del revestimiento de un edificio
asirio, hoy en el Museo Británico, según Pijoan (Lám. 11, h, i)
En los adornos de los vasos rodenses se adv1erte la gradual transformación de las espirales en zarcillos. Además, aparece la cinta entrela:r:ada
asiria. En el conocido plato de Euforbo, que se guarda en e l Museo Británico, dos guerreros luchan por el cadáver de un tercero. Las inscripciones anejas delatan que se alude a la lucha de Héctor y de Menelao por
el cadáver de Euforbo. Esta escern~ se halla sobre un friso de cintas enlazadas, según Woermann (Lám. 11, k) (3).
El mismo autor nos dice: «La pintura de Clazomenas, junto a Esmir·
na, es la que aparece a mejor lu:t, entre las ciudades costeras de Asia
Menor».
La marcha de esta pintura se puede seguir hasta el siglo VI. Los
grandes sarcófagos cla:zomenicos de barro, de los que hay varios en el
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Museo Británico y en el de Berlín, confirman su relación con el arte cerámico rodense el hecho de que el más antiguo de estos sarcófagos procede de Rodas, pero lo confirma ante todo el parentesco de su ornamentución con la de los vasos rodenses. En esta ornamentación encontramos
el meandro en la forma más sencilla y en la más complicada, y también,
las cintas entrelazadas con círculos concéntricos a guisa de «OjOS» (Lámina 11, j).
Ya más simplificado encontramos este tema en un vaso ático procedente de una tumba de Eleusis, de mediados del siglo VIl antes de J . C.,
en eJ que este motivo aparece sin pun to dentro del círculo formado por
una linea blanca y otra negra.
Este motivo de cintas enlazadas se nos ofrece en nuestra península
en Osuna, en un elemento arquitectónico formado por dos sillares, con
elementos decorativos «Cuya ascendencia fenicio-chipriota es evidente.
Sobre la fecha es dificil pronunciarse, dados los pocos elementos de juicio que tenemos sobre las circunstancias de su hallazgo, pero no deben
de datarse en fechas superiores al siglo 111 antes de J. C. Yo me inclino
por una data ya romana» (4) (Lám. 11, d).
También se halla este elemento decorativo, a base de Jineas triples
onduladas, en una urna cineraria con dibujos Incisos de la necrópolis de la
Osera (5); y en un vaso pintado de Numancia con cintas enlazadas, sin
punto en el Interior de los óvalos, del Museo Numantino, en Soria (6).
Sin el punto en el interior de los óvalos y muy esquematizada la cinta, se nos ofrece este tema en un fragmento de cerámica ibérica, encontrada en el nivel inferior de La Alcudia, correspondiente al poblado
en el que, con estas cerámicas, aparecen las esculturas de tipo ibérico al
que corresponde la pierna de guerrero que nos ocupa, y al que en general podemos asignar una data del siglo IV antes de J. C. (Lám. 11, 1).
Este tema decorativo, que también se encuentra en un ánfora griega
decorada en relieve del siglo VI antes de J. C., existente en el Museo
del Louvre, desaparece en los monumentos y vasos de épocas posteriores, reapareciendo más tarde en la tumba de los Pancracios de la Via Latina, en Roma, en el último siglo de la República romana, en la que se
presenta este motivo, pero con ciertas variantes· lineas de puntos al lado de lineas continuas, y los puntos centrales sustituidos por flores, amor•
cilios y otros motivos. Y también, y ya con relativa frecuencia, en mo-
(4) A. GARCIA y BELLIDO: "La Dama de Elc:hc y el c:onjunto de pleas rdngrcsndas c:n Bspañn c:n 1941". Madrid, 1943, p. 119.
(5) J. CABRB, A. MOLINERO y M. BNCARNACION CABRE: "La necrópolls
de la Osera". Soc. &p. Amrop. Bmog. y l'tcht. XI, Cuaderno 1. Madrid, 1932, p. 21.
(6) A. GARCIA y BELLIDO: "Ars Hispani•c", vol. l. Madrid, 1947, fig, 385.
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oa uan:rou
IJIIIIUCA
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saicos de 1tálica, Elche y muchos más, de los siglos 11 al IV de nuestra
Era.
Todo ello manifiesta la influencia oriental sobre nuestra cultur
pueblos de nivel más elevado (7) y como dice San Valero:
Mediterráneo Oriental» (8)
(7) D. FLETOU!R. VALLS : kJ!sudo aaual dd ClOnociaticntD de la cultura il»
r;ca". Primu Symposium de Prehistoria de la P
(8} J. SAN VALERO APARISI: "Sobre el origen de la cultura ibécica". Acma de
la IV s«lón de los Con¡resos lruernacioruolea de Cienciu Pre y Ptololúst6cicas (Madrid,
1?54}. Zara¡oza, 19S6, p. 78S.
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RAMOS FOLQU&S.- Esculturn lbhlca de Elch e
LAM. l.
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a) Toao de ¡;uerrcro. de La Alcudi• (Elche}.
b) Ba"' d: columna de lo csotlinB e) Vaso procedente de Su.,.,
a) FrogmcnLO nrquitcct6nico de Osuna.
e1 P!acn cerórr.iea procedcmc de Knlah (A•iria).
f) Entllbll\mento del temp!o de Termo.
g) Piczo de r
r.arfll, nsiria,
Jr) PlnCll·clovo, osirla.
i) Plnea-c;Jnvo, asirla.
¡) Sarcófago de Cla~omenns
k) Plato de Eulorbo.
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