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Valentia,
ciudad de frontera (550-624)
Albert Vicent Ribera i Lacomba
ICAC
La muerte del obispo Justiniano coincidió con un largo período de inestabilidad general, entre 550 y 589, que alteró
las estructuras políticas de la ciudad y de todo su territorio.
En esos años, además de un gran episodio de peste, el reino visigodo vivió usurpaciones y conflictos dinásticos que
propiciaron la llegada de los bizantinos, ya asentados en
Ceuta y las Baleares, que aprovecharon para hacerse con el
litoral mediterráneo hispano al sur del río Júcar.
En contra de lo manifestado por otros investigadores, que cuestionan la formación de una frontera militar
entre godos y bizantinos, la creciente realidad arqueológica y las escasas, pero existentes, noticias históricas,
avalan que había una zona militarizada, al estilo de las
coetáneas provincias imperiales occidentales de Italia y
África. Entre el Júcar y las montañas del sur de la provin-
◁ Detalle de asno impreso en el fondo de un bol cerámica de
mesa fabricado en Asia Menor. Plaza Nápoles y Sicilia, nº 10,
València. SIAM-Ajuntament de València.
cia de Valencia pasaría la frontera, que, dadas la época y
las circunstancias, y como indican las fuentes y la arqueología, estaría organizada en un entramado de fortificaciones menores (castra, castella,..), que controlaban las comunicaciones y los lugares estratégicos. Este dispositivo
se basaba, en última instancia, en ciudades amuralladas
en la retaguardia de ese sistema defensivo. En el País
Valenciano ya se adivinan los principales elementos de
esta frontera militarizada, cuyos centros urbanos respectivos eran Saetabis y Valentia, de la parte visigoda, e Ilici y
Dianium, de la bizantina.
La entonces autónoma Valencia se convirtió en territorio fronterizo y en la ciudad se establecería una guarnición visigoda, para hacer frente a la cercana amenaza
bizantina. En este contexto, hay que entender la coetánea
aparición del gran asentamiento fortificado de Valencia la
Vella, a 15 km al oeste de Valencia y los abundantes hallazgos de tremises de la época de Leovigildo de Alcàsser,
a 15 km al sur de Valencia.
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A S T U R E S
REGNVM
FRANCORVM
S
VASCON
RI
CANTAB
Pampilona
S
A
B
A
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Caesaragusta
M
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Tarraco
Valentia
OROSPEDA
Corduba
Malaca
IG
O
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H
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Narbo
R
V
M
Carthago Spartaria
Septem
Mapa político de la península ibérica a inicios del reinado de Leovigildo. Ilustración: Espirelius.
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La Crónica de Juan de Biclaro consigna que Herme-
ría en el entorno del obispo. Arquitectónicamente, la no-
negildo, el hijo rebelde de Leovigildo, ya derrotado, fue
vedad más destacable es el ábside de herradura que se
trasladado preso a Valencia en el 584, antes de su ulterior
construyó sobre el supuesto lugar martirial, atributo que
ejecución en Tarragona. Esto significa que la ciudad era
le damos, entre varias cosas, por esta estructura cons-
un lugar seguro para los visigodos.
tructiva, bien conservada en planta pero apenas en alza-
Esta primera presencia de elementos germánicos
do. Sus cimientos destacan por su escasa profundidad,
en Valencia significaría su plena incorporación al cen-
30 cm, y su tosca técnica constructiva, al igual que la de
tralizado reino que estaba surgiendo desde Toledo con
las paredes, contrasta con la cuidadosa técnica usada
Leovigildo. Esta situación se plasmó en la realidad histó-
en los monumentos de la fase anterior. La escasa anchu-
rica y arqueológica de Valencia como sería la existencia,
ra de los muros, unos 60 cm, queda lejos del metro que
en 589, de dos obispos en la misma ciudad, el arriano, de
alcanzan los del baptisterio. Es una construcción mucho
nombre godo, Ubiligisclus, y el católico Celsinus, prueba
más endeble y de poca altura. En su interior se conserva-
fehaciente de un considerable núcleo de gente foránea,
ba un nivel de cal uniforme, la base sobre la que habría
que también se diferenciaba de la población autóctona
un pavimento más consistente que debió ser expoliado
por sus rasgos étnicos y las tradiciones funerarias. Ambos
en época islámica. Sellaba un pozo rellenado con mate-
grupos se agrupaban en torno a sus respectivos obispos.
riales de finales del siglo vi o principios del vii, que per-
Dos obispos también significaban dos grupos episcopa-
mite fechar su construcción. Este ábside está encajado
les, al menos durante treinta o cuarenta años. En otros
sobre la estancia del edificio que habría albergado el
lugares, donde dos comunidades cristianas distintas con-
martirio de san Vicente.
vivieron —católicos y donatistas en África, y católicos y
Frente al ábside, al oeste, se conservaba un muro
arrianos en Italia— tenían lugares de culto diferentes. En
que enmarcaría un arco triunfal de entrada, del que sur-
algunos yacimientos de estas zonas, con una presencia
gía un espacio de 3,90 m de largo, cuyo extremo occi-
excesiva de iglesias, se ha propuesto que esta abundancia
dental estaría delimitado por canceles que ocuparían
respondería a las diversas confesiones existentes.
un frente de 4 m. Este espacio casi cuadrado, de 4 m por
3,90 m, precedería el acceso al interior del ábside. Para
El grupo episcopal
completar su planta tan solo contamos con dos basa-
A lo largo del siglo vii, los principales edificios epis-
mentos de una posible columnata que, con la misma
copales mantuvieron su preponderancia, pero al norte
anchura que el ábside, enmarcaría una hipotética nave
de la catedral, desde finales del siglo vi o inicios del si-
central, de 4,80 m de ancho y de 1,80 m entre las colum-
glo vii, tuvieron lugar una serie de cambios relacionados
nas, si se coloca una entre las dos que conocemos, o de
con la transformación de la población que residía y mo-
4 m si no lo hacemos. Podría interpretarse como una
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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A finales del siglo vi o inicios del vii se expolió la
curia septentrional, convirtiéndose la zona al norte de la
otra curia en un amplio espacio abierto, tal vez un huerto o jardín asociado a alguna nueva construcción, ya en
el siglo vii, como una noria y un peculiar edificio poligonal, que sería una zona que enlazaría con los campos
de silos situados hacia el norte. Se ha sugerido que esta
zona fuera un área productiva regida por monjes.
Las necrópolis y el cementerio de los obispos
Uno de los rasgos más destacados de este grupo
Muro de buena factura del interior del circo romano.
Calle Comedias, Valencia. SIAM-Ajuntament de València.
episcopal es el marcado carácter funerario, testimoniado
en los diversos y jerarquizados cementerios que se extienden, al menos, al norte y el este de la catedral visigoda.
pequeña basílica, pero la falta total de cualquier indicio
A partir de finales del siglo vi, surgió otro cementerio en
de los muros perimetrales nos hacen ser escépticos al
la zona episcopal, en estrecha relación con el pequeño
respecto. Las remociones de una casa islámica de los
ábside de herradura. La dispersión y tipología de estas
siglos xi al xiii, al oeste del ábside, impide que se co-
nuevas sepulturas difiere bastante de la anterior necró-
nozca mejor.
polis, algunas de cuyas tumbas fueron cortadas por estas
Al norte, y delante de la entrada de la curia aún en
más grandes y modernas. Las modestas sepulturas indivi-
pie, a finales del siglo vi, se construyó un gran pozo cua-
duales fueron sustituidas por grandes cistas de enormes
drado de grandes losas romanas, que le daban un aspec-
piedras, que ocupan una superficie de 2 x 3 metros y al-
to monumental. Presentaba la misma alineación que el
canzan el metro de altura. En su interior aparecen varias
edificio del ábside de herradura, situado a poco más de
capas de enterramiento y es normal encontrar los restos
un metro, por lo que no sería extraño que formaran parte
de entre diez y veinte individuos. Asimismo, aparecen
de un único conjunto, lo que encajaría con el sellado del
ajuares, vasijas de vidrio o cerámica, y bastantes objetos
otro pozo en el momento de erigir el ábside, al que sus-
de uso personal. En total se han señalado más de trein-
tituiría en su función de dispensador de agua. La nueva
ta de estos grandes sepulcros, que deben ser panteones
orientación del pozo y el ábside rompió por primera vez
familiares. Su sistema de construcción permitía su aper-
con la alineación de origen romano que se había mante-
tura por un lado, desde donde se podían efectuar con-
nido inalterada desde los orígenes de la ciudad.
tinuas inhumaciones. De hecho, algunas tumbas fueron
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periódicamente limpiadas de los esqueletos más antiguos, de los que solía dejarse sólo el cráneo, que se amontonaba al fondo de la cista, para permitir la instalación de
nuevos enterramientos. Aunque se extiende por casi todo
el solar de l’Almoina, siempre al oeste de la calle romana,
la gran mayoría de los sepulcros se amontonaron al este
y cerca del pequeño ábside de herradura, alrededor del
cual hay una verdadera aglomeración, catorce tumbas,
mientras otras ocho aparecen dispersas. Este hecho vuelve a constatar la gran ansia que había en esta época por
enterrarse cerca de este lugar, y explica también la limpieza periódica de los huesos de varias de estas saturadas
sepulturas. Los más de trescientos individuos que se han
recuperado presentan rasgos antropológicos distintos a
los anteriores, ya que parecen de una etnia nórdica.
Otro carácter tenían las tres grandes tumbas que
se colocaron alrededor del mausoleo del mártir, aunque
tipológicamente son cistas muy parecidas, pero que no
permiten su apertura, algo comprensible, dado que la
única que se encontró intacta, sólo apareció un esqueleto. A los pies de la tumba más privilegiada, sita en el
interior del mausoleo cruciforme, empezaba un corredor
jalonado a ambos lados por varios arcosolios que por sus
dimensiones parecen preconcebidos para colocar sarcófagos. Serían las tumbas de los obispos, que normalmente se enterraban en el interior de la catedral o de alguna
Conjunto de cerámicas procedentes de
la excavación del antiguo circo romano.
Excavación: plaza Nápoles y Sicilia, nº 10.
otra iglesia importante.
La urbanización del circo romano
A partir de mediados del siglo vi, hay claras evidencias de la ocupación y urbanización de la arena del circo,
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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lo que manifiesta otros usos diferentes a los lúdicos, que
el siglo xiv, en el límite oriental de la ciudad, de modo y
supuestamente irían desde los comerciales a los militares.
manera que la muralla árabe del siglo xi se adhirió a su
Se han diferenciado varias fases superpuestas que
cara externa, seguramente perpetuando su uso defensi-
abarcan desde mediados del siglo vi a mediados del vii,
vo del periodo tardoantiguo, tal como ocurre con tantos
que han aportado numerosa cerámica, principalmente
otros de estos grandes edificios de espectáculos.
vajilla de mesa importada de Túnez, de Focea de Asia
Los restos constructivos de la etapa visigoda se en-
Menor y Chipre, cerámica de cocina local, regional e im-
cuentran de un extremo a otro del interior del circo. En
portada de África y Oriente, y ánforas orientales y africa-
el norte, en las excavaciones de la calle Barón de Petrés
nas. Destaca la abundancia de las producciones orienta-
y de la plaza Nápoles y Sicilia 10, situadas entre las car-
les de vajilla fina y cerámica de cocina importada, princi-
ceres y la spina, se ha documentado bien esta nueva ur-
palmente en la segunda mitad del siglo vi. De aquí provie-
banización dentro de un gran espacio público. Sobre la
nen los únicos hallazgos de Chipre y el mayor volumen de
arena, abandonada a lo largo del siglo v, que se extendía
Asia Menor de la ciudad.
por una zona de 350 x 60 m, esto es, dos hectáreas, apa-
A partir de finales del siglo vi y, sobre todo, del si-
rece un gran relleno de nivelación, originado por el verti-
glo vii, se advierte un evidente cambio en la cultura ma-
do rápido de tierras muy oscuras y ricas en materiales ar-
terial, con la introducción de tipos de clara facies visigóti-
queológicos, con pequeñas monedas vándalas y bizanti-
ca, similares a los que podemos hallar en zonas de tradi-
nas, que dan una fecha a partir de mitad del siglo vi para
cional asentamiento godo en Hispania, continuando, de
su formación.
todos modos, la llegada de las últimas producciones de
Los muros que se instalaron sobre este amplio terre-
sigillata africana (Hayes 91D, 105, 106, 109, etc.) y la in-
no nivelado estaban hechos con grandes sillares reutiliza-
troducción de las primeras y escasas cerámicas vidriadas.
dos, mezclados con piedras menores, talladas y sin tallar,
Estos conjuntos cerámicos, con la abundante pre-
unidas con argamasa y mortero de cal. Los pavimentos
sencia de materiales orientales, presentan una notable
eran de argamasa. Los numerosos materiales, proceden-
diferencia con los de otros lugares de Valencia, tanto los
tes de los hogares, las fosas y los basureros de los usua-
del área episcopal como los de las zonas periurbanas
rios de las nuevas construcciones, indican una intensa y
de habitación. Esta especificidad plantea que, tal vez, la
continua actividad en esta zona entre la segunda mitad
nueva área urbanizada a mediados del siglo vi tuviera
del siglo vi y la primera mitad del vii. A mitad del siglo vii
una razón de ser diferenciada y especializada, aunque
otras fosas de vertidos y basureros ya cubrían los muros.
esta suposición es tan sugerente y fácil de plantear como
La escasa extensión de las excavaciones en que se
difícil de resolver. Hay que tener en cuenta la ubicación
han registrado estas incompletas construcciones impide
topográfica del circo, situado desde el siglo ii dC, y hasta
cualquier intento de interpretar su función. Incluso en la
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única en que se excavó en cierta extensión, en la plaza de
Nápoles y Sicilia 10, las habituales y numerosas intrusiones medievales las habían deteriorado, tanto en planta
como en alzado.
Esta ocupación se ha puesto en relación con la
llegada de nuevos grupos de población, que tanto se
atribuiría a contingentes militares visigodos, que de
este modo se instalarían en bloque al lado de la muralla oriental, que debía de ser la misma pared del circo,
como con un supuesto barrio comercial cuya existencia explicaría la aparentemente anómala abundancia
de importaciones del Mediterráneo oriental. Tampoco
se podría excluir una solución mixta que, en todo caso,
siempre implicaría el asentamiento de poblaciones
foráneas en número importante, para lo que se tuvo que
acondicionar este gran espacio.
Bol de cerámica de mesa de Ásia Menor. Plaza Nápoles
y Sicilia, nº 10. València, SIAM-Ajuntament de València.
Epílogo: el final de una época
En los lugares que, tras la rápida caída del reino visigodo, se integraron en la órbita musulmana, la evolución
urbanística habitual de los centros episcopales, sustituidos por otra realidad, se cortó. Este fue el caso de Valencia
durante quinientos años, entre 713 y 1238.
Pero el repentino colapso del reino visigodo no supuso una rápida ruptura social, ya que la islamización fue
un proceso continuo pero lento. En parte del área valenciana, a través del pacto suscrito por el último gobernador
visigodo, Teodomiro, con los recién llegados, el modo de
Entre 778 y 779, Valentia fue destruida en una guerra
civil entre musulmanes, momento que marcaría el final
de la ciudad tardoantigua. Sin embargo, la arqueología
ha sido muy parca para estos momentos de transición,
tanto para el siglo viii como para el siglo ix.
vida permaneció inalterado hasta mediados del siglo viii,
con la instalación de contingentes árabes, que en parte se
unieron a la antigua élite goda.
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La muerte del obispo Justiniano coincidió con un largo período de inestabilidad general, entre 550 y 589, que alteró
las estructuras políticas de la ciudad y de todo su territorio.
En esos años, además de un gran episodio de peste, el reino visigodo vivió usurpaciones y conflictos dinásticos que
propiciaron la llegada de los bizantinos, ya asentados en
Ceuta y las Baleares, que aprovecharon para hacerse con el
litoral mediterráneo hispano al sur del río Júcar.
En contra de lo manifestado por otros investigadores, que cuestionan la formación de una frontera militar
entre godos y bizantinos, la creciente realidad arqueológica y las escasas, pero existentes, noticias históricas,
avalan que había una zona militarizada, al estilo de las
coetáneas provincias imperiales occidentales de Italia y
África. Entre el Júcar y las montañas del sur de la provin-
◁ Detalle de asno impreso en el fondo de un bol cerámica de
mesa fabricado en Asia Menor. Plaza Nápoles y Sicilia, nº 10,
València. SIAM-Ajuntament de València.
cia de Valencia pasaría la frontera, que, dadas la época y
las circunstancias, y como indican las fuentes y la arqueología, estaría organizada en un entramado de fortificaciones menores (castra, castella,..), que controlaban las comunicaciones y los lugares estratégicos. Este dispositivo
se basaba, en última instancia, en ciudades amuralladas
en la retaguardia de ese sistema defensivo. En el País
Valenciano ya se adivinan los principales elementos de
esta frontera militarizada, cuyos centros urbanos respectivos eran Saetabis y Valentia, de la parte visigoda, e Ilici y
Dianium, de la bizantina.
La entonces autónoma Valencia se convirtió en territorio fronterizo y en la ciudad se establecería una guarnición visigoda, para hacer frente a la cercana amenaza
bizantina. En este contexto, hay que entender la coetánea
aparición del gran asentamiento fortificado de Valencia la
Vella, a 15 km al oeste de Valencia y los abundantes hallazgos de tremises de la época de Leovigildo de Alcàsser,
a 15 km al sur de Valencia.
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Mapa político de la península ibérica a inicios del reinado de Leovigildo. Ilustración: Espirelius.
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ría en el entorno del obispo. Arquitectónicamente, la no-
negildo, el hijo rebelde de Leovigildo, ya derrotado, fue
vedad más destacable es el ábside de herradura que se
trasladado preso a Valencia en el 584, antes de su ulterior
construyó sobre el supuesto lugar martirial, atributo que
ejecución en Tarragona. Esto significa que la ciudad era
le damos, entre varias cosas, por esta estructura cons-
un lugar seguro para los visigodos.
tructiva, bien conservada en planta pero apenas en alza-
Esta primera presencia de elementos germánicos
do. Sus cimientos destacan por su escasa profundidad,
en Valencia significaría su plena incorporación al cen-
30 cm, y su tosca técnica constructiva, al igual que la de
tralizado reino que estaba surgiendo desde Toledo con
las paredes, contrasta con la cuidadosa técnica usada
Leovigildo. Esta situación se plasmó en la realidad histó-
en los monumentos de la fase anterior. La escasa anchu-
rica y arqueológica de Valencia como sería la existencia,
ra de los muros, unos 60 cm, queda lejos del metro que
en 589, de dos obispos en la misma ciudad, el arriano, de
alcanzan los del baptisterio. Es una construcción mucho
nombre godo, Ubiligisclus, y el católico Celsinus, prueba
más endeble y de poca altura. En su interior se conserva-
fehaciente de un considerable núcleo de gente foránea,
ba un nivel de cal uniforme, la base sobre la que habría
que también se diferenciaba de la población autóctona
un pavimento más consistente que debió ser expoliado
por sus rasgos étnicos y las tradiciones funerarias. Ambos
en época islámica. Sellaba un pozo rellenado con mate-
grupos se agrupaban en torno a sus respectivos obispos.
riales de finales del siglo vi o principios del vii, que per-
Dos obispos también significaban dos grupos episcopa-
mite fechar su construcción. Este ábside está encajado
les, al menos durante treinta o cuarenta años. En otros
sobre la estancia del edificio que habría albergado el
lugares, donde dos comunidades cristianas distintas con-
martirio de san Vicente.
vivieron —católicos y donatistas en África, y católicos y
Frente al ábside, al oeste, se conservaba un muro
arrianos en Italia— tenían lugares de culto diferentes. En
que enmarcaría un arco triunfal de entrada, del que sur-
algunos yacimientos de estas zonas, con una presencia
gía un espacio de 3,90 m de largo, cuyo extremo occi-
excesiva de iglesias, se ha propuesto que esta abundancia
dental estaría delimitado por canceles que ocuparían
respondería a las diversas confesiones existentes.
un frente de 4 m. Este espacio casi cuadrado, de 4 m por
3,90 m, precedería el acceso al interior del ábside. Para
El grupo episcopal
completar su planta tan solo contamos con dos basa-
A lo largo del siglo vii, los principales edificios epis-
mentos de una posible columnata que, con la misma
copales mantuvieron su preponderancia, pero al norte
anchura que el ábside, enmarcaría una hipotética nave
de la catedral, desde finales del siglo vi o inicios del si-
central, de 4,80 m de ancho y de 1,80 m entre las colum-
glo vii, tuvieron lugar una serie de cambios relacionados
nas, si se coloca una entre las dos que conocemos, o de
con la transformación de la población que residía y mo-
4 m si no lo hacemos. Podría interpretarse como una
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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A finales del siglo vi o inicios del vii se expolió la
curia septentrional, convirtiéndose la zona al norte de la
otra curia en un amplio espacio abierto, tal vez un huerto o jardín asociado a alguna nueva construcción, ya en
el siglo vii, como una noria y un peculiar edificio poligonal, que sería una zona que enlazaría con los campos
de silos situados hacia el norte. Se ha sugerido que esta
zona fuera un área productiva regida por monjes.
Las necrópolis y el cementerio de los obispos
Uno de los rasgos más destacados de este grupo
Muro de buena factura del interior del circo romano.
Calle Comedias, Valencia. SIAM-Ajuntament de València.
episcopal es el marcado carácter funerario, testimoniado
en los diversos y jerarquizados cementerios que se extienden, al menos, al norte y el este de la catedral visigoda.
pequeña basílica, pero la falta total de cualquier indicio
A partir de finales del siglo vi, surgió otro cementerio en
de los muros perimetrales nos hacen ser escépticos al
la zona episcopal, en estrecha relación con el pequeño
respecto. Las remociones de una casa islámica de los
ábside de herradura. La dispersión y tipología de estas
siglos xi al xiii, al oeste del ábside, impide que se co-
nuevas sepulturas difiere bastante de la anterior necró-
nozca mejor.
polis, algunas de cuyas tumbas fueron cortadas por estas
Al norte, y delante de la entrada de la curia aún en
más grandes y modernas. Las modestas sepulturas indivi-
pie, a finales del siglo vi, se construyó un gran pozo cua-
duales fueron sustituidas por grandes cistas de enormes
drado de grandes losas romanas, que le daban un aspec-
piedras, que ocupan una superficie de 2 x 3 metros y al-
to monumental. Presentaba la misma alineación que el
canzan el metro de altura. En su interior aparecen varias
edificio del ábside de herradura, situado a poco más de
capas de enterramiento y es normal encontrar los restos
un metro, por lo que no sería extraño que formaran parte
de entre diez y veinte individuos. Asimismo, aparecen
de un único conjunto, lo que encajaría con el sellado del
ajuares, vasijas de vidrio o cerámica, y bastantes objetos
otro pozo en el momento de erigir el ábside, al que sus-
de uso personal. En total se han señalado más de trein-
tituiría en su función de dispensador de agua. La nueva
ta de estos grandes sepulcros, que deben ser panteones
orientación del pozo y el ábside rompió por primera vez
familiares. Su sistema de construcción permitía su aper-
con la alineación de origen romano que se había mante-
tura por un lado, desde donde se podían efectuar con-
nido inalterada desde los orígenes de la ciudad.
tinuas inhumaciones. De hecho, algunas tumbas fueron
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periódicamente limpiadas de los esqueletos más antiguos, de los que solía dejarse sólo el cráneo, que se amontonaba al fondo de la cista, para permitir la instalación de
nuevos enterramientos. Aunque se extiende por casi todo
el solar de l’Almoina, siempre al oeste de la calle romana,
la gran mayoría de los sepulcros se amontonaron al este
y cerca del pequeño ábside de herradura, alrededor del
cual hay una verdadera aglomeración, catorce tumbas,
mientras otras ocho aparecen dispersas. Este hecho vuelve a constatar la gran ansia que había en esta época por
enterrarse cerca de este lugar, y explica también la limpieza periódica de los huesos de varias de estas saturadas
sepulturas. Los más de trescientos individuos que se han
recuperado presentan rasgos antropológicos distintos a
los anteriores, ya que parecen de una etnia nórdica.
Otro carácter tenían las tres grandes tumbas que
se colocaron alrededor del mausoleo del mártir, aunque
tipológicamente son cistas muy parecidas, pero que no
permiten su apertura, algo comprensible, dado que la
única que se encontró intacta, sólo apareció un esqueleto. A los pies de la tumba más privilegiada, sita en el
interior del mausoleo cruciforme, empezaba un corredor
jalonado a ambos lados por varios arcosolios que por sus
dimensiones parecen preconcebidos para colocar sarcófagos. Serían las tumbas de los obispos, que normalmente se enterraban en el interior de la catedral o de alguna
Conjunto de cerámicas procedentes de
la excavación del antiguo circo romano.
Excavación: plaza Nápoles y Sicilia, nº 10.
otra iglesia importante.
La urbanización del circo romano
A partir de mediados del siglo vi, hay claras evidencias de la ocupación y urbanización de la arena del circo,
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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lo que manifiesta otros usos diferentes a los lúdicos, que
el siglo xiv, en el límite oriental de la ciudad, de modo y
supuestamente irían desde los comerciales a los militares.
manera que la muralla árabe del siglo xi se adhirió a su
Se han diferenciado varias fases superpuestas que
cara externa, seguramente perpetuando su uso defensi-
abarcan desde mediados del siglo vi a mediados del vii,
vo del periodo tardoantiguo, tal como ocurre con tantos
que han aportado numerosa cerámica, principalmente
otros de estos grandes edificios de espectáculos.
vajilla de mesa importada de Túnez, de Focea de Asia
Los restos constructivos de la etapa visigoda se en-
Menor y Chipre, cerámica de cocina local, regional e im-
cuentran de un extremo a otro del interior del circo. En
portada de África y Oriente, y ánforas orientales y africa-
el norte, en las excavaciones de la calle Barón de Petrés
nas. Destaca la abundancia de las producciones orienta-
y de la plaza Nápoles y Sicilia 10, situadas entre las car-
les de vajilla fina y cerámica de cocina importada, princi-
ceres y la spina, se ha documentado bien esta nueva ur-
palmente en la segunda mitad del siglo vi. De aquí provie-
banización dentro de un gran espacio público. Sobre la
nen los únicos hallazgos de Chipre y el mayor volumen de
arena, abandonada a lo largo del siglo v, que se extendía
Asia Menor de la ciudad.
por una zona de 350 x 60 m, esto es, dos hectáreas, apa-
A partir de finales del siglo vi y, sobre todo, del si-
rece un gran relleno de nivelación, originado por el verti-
glo vii, se advierte un evidente cambio en la cultura ma-
do rápido de tierras muy oscuras y ricas en materiales ar-
terial, con la introducción de tipos de clara facies visigóti-
queológicos, con pequeñas monedas vándalas y bizanti-
ca, similares a los que podemos hallar en zonas de tradi-
nas, que dan una fecha a partir de mitad del siglo vi para
cional asentamiento godo en Hispania, continuando, de
su formación.
todos modos, la llegada de las últimas producciones de
Los muros que se instalaron sobre este amplio terre-
sigillata africana (Hayes 91D, 105, 106, 109, etc.) y la in-
no nivelado estaban hechos con grandes sillares reutiliza-
troducción de las primeras y escasas cerámicas vidriadas.
dos, mezclados con piedras menores, talladas y sin tallar,
Estos conjuntos cerámicos, con la abundante pre-
unidas con argamasa y mortero de cal. Los pavimentos
sencia de materiales orientales, presentan una notable
eran de argamasa. Los numerosos materiales, proceden-
diferencia con los de otros lugares de Valencia, tanto los
tes de los hogares, las fosas y los basureros de los usua-
del área episcopal como los de las zonas periurbanas
rios de las nuevas construcciones, indican una intensa y
de habitación. Esta especificidad plantea que, tal vez, la
continua actividad en esta zona entre la segunda mitad
nueva área urbanizada a mediados del siglo vi tuviera
del siglo vi y la primera mitad del vii. A mitad del siglo vii
una razón de ser diferenciada y especializada, aunque
otras fosas de vertidos y basureros ya cubrían los muros.
esta suposición es tan sugerente y fácil de plantear como
La escasa extensión de las excavaciones en que se
difícil de resolver. Hay que tener en cuenta la ubicación
han registrado estas incompletas construcciones impide
topográfica del circo, situado desde el siglo ii dC, y hasta
cualquier intento de interpretar su función. Incluso en la
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única en que se excavó en cierta extensión, en la plaza de
Nápoles y Sicilia 10, las habituales y numerosas intrusiones medievales las habían deteriorado, tanto en planta
como en alzado.
Esta ocupación se ha puesto en relación con la
llegada de nuevos grupos de población, que tanto se
atribuiría a contingentes militares visigodos, que de
este modo se instalarían en bloque al lado de la muralla oriental, que debía de ser la misma pared del circo,
como con un supuesto barrio comercial cuya existencia explicaría la aparentemente anómala abundancia
de importaciones del Mediterráneo oriental. Tampoco
se podría excluir una solución mixta que, en todo caso,
siempre implicaría el asentamiento de poblaciones
foráneas en número importante, para lo que se tuvo que
acondicionar este gran espacio.
Bol de cerámica de mesa de Ásia Menor. Plaza Nápoles
y Sicilia, nº 10. València, SIAM-Ajuntament de València.
Epílogo: el final de una época
En los lugares que, tras la rápida caída del reino visigodo, se integraron en la órbita musulmana, la evolución
urbanística habitual de los centros episcopales, sustituidos por otra realidad, se cortó. Este fue el caso de Valencia
durante quinientos años, entre 713 y 1238.
Pero el repentino colapso del reino visigodo no supuso una rápida ruptura social, ya que la islamización fue
un proceso continuo pero lento. En parte del área valenciana, a través del pacto suscrito por el último gobernador
visigodo, Teodomiro, con los recién llegados, el modo de
Entre 778 y 779, Valentia fue destruida en una guerra
civil entre musulmanes, momento que marcaría el final
de la ciudad tardoantigua. Sin embargo, la arqueología
ha sido muy parca para estos momentos de transición,
tanto para el siglo viii como para el siglo ix.
vida permaneció inalterado hasta mediados del siglo viii,
con la instalación de contingentes árabes, que en parte se
unieron a la antigua élite goda.
Valentia, ciudad de frontera (550-624). Albert Vicent Ribera i Lacomba
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